Diario de León

Maximiano Trapero | Filólogo y escritor leonés

«La juventud no entiende las tradiciones como una pertenencia»

El catedrático de Filología Maximiano Trapero, en su biblioteca con un ejemplar del libro sobre topónimos guanches. DL

El catedrático de Filología Maximiano Trapero, en su biblioteca con un ejemplar del libro sobre topónimos guanches. DL

León

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El leonés Maximiano Trapero —Gusendos de los Oteros, 1945— catedrático de Filología Española en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, es experto en topónimos y tradición oral. Acaba de publicar un libro de 3.000 páginas con los topónimos de origen Guanche. Ha dedicado parte de su trayectoria lingüística y profesional a investigar el origen de la pastorada leonesa, la Semana Santa y el romancero leonés. Su trabajo está reconocido con varios galardones, el último en 2017 con el Premio Canarias 2017, en la modalidad Patrimonio Histórico. Hoy ofrece la conferencia titulada La pastorada, una tradición antigua muy hermosa y casi única de León. 

«¿Usted es de la provincia de Ciudad Real?. Pues una persona de esa provincia se puso en contacto conmigo pidiéndome información sobre la pastorada por un auto de Navidad de la zona que es una evolución de la pastorada leonesa. Le hice el prólogo del libro La Danza, antiguo auto de Navidad de Pozuelo».

—Hay muchas tradiciones y costumbres que comparten los territorios ¿por qué tienen la seguridad de que la pastorada es de origen leonés?

—Hay dos ciclos de autos de Navidad, uno de adoración de los pastores y otro de los reyes. Conocemos bien el origen del auto de los reyes, del siglo XVIII, de un autor malagueño, clérigo, pero de la pastorada no conocemos el original que esté datado y sea fehaciente para determinar que es el origen de toda la tradición. La pastorada es un hecho de tradición oral, por lo tanto determinar su origen es hacer una hipótesis sobre el texto y la comparación de otros autos pastoriles de Navidad de autores conocidos como renacentistas como Juan del Encina y Gil y Vicente. Con estos autores, a finales del siglo XV y XVI, son con los que está relacionada la pastorada leonesa. La tradición oral es la que ha hecho pervivir este auto en la provincia de León y provincias limítrofes. Pero con todo merecimiento debe decirse pastorada leonesa porque es en esta provincia donde pervive esa tradición con mayor fuerza e implantación, aunque no en toda la provincia por igual, solo en el oriente y el sur. Fechar su procedencia es una hipótesis. Yo he dicho que es una pervivencia del teatro medieval y lo argumento, tanto por el texto como por la música, que tiene una importancia muy grande y manifiesta un tiempo. El musicólogo Miguel Manzano habla de un origen antiguo, aunque no podamos precisar el siglo.

—¿Cómo afecta el lenguaje de las tecnologías y las redes sociales a la tradición oral?

—La tradición como transmisión de un texto oral de padres a hijos o de pastor a pastor se ha perdido porque se ha perdido el oficio. Este auto era una obra perteneciente expresamente al sector pastoril. Si se representa ahora no es por obra de pastores sino por gente ilustrada que quiere recuperar esa tradición y, por tanto. estamos en ese tiempo de recuperar tradiciones perdidas.

—¿Cómo transforman las nuevas tecnologías y las redes sociales esta forma de comunicar?

—Las nuevas tecnologías permiten grabar en video esta representación. Antes era un acceso personal o por los manuscritos o la transmisión de una escena por una determinada persona. Las nuevas tecnologías permiten que el conocimiento de esta tradición se haya extendido. Hoy se conoce todo  por internet. Antes tenías que ir al pueblo y preguntar por el pastor que había actuado en esa representación. Estamos en la etapa de la recuperación de los textos por personas ajenas a esa representación.

Divulgación
«Las nuevas tecnologías ayudan a extender el conocimiento de la tradición que antes era oral»—¿Cómo va a influir el hecho de que desaparezca la tradición oral en la manera de entender el mundo?

 

—El tiempo moderno ha revolucionado el acceso a la cultura. Tengo 74 años y mi primer recuerdo infantil es la asistencia a la representación de una pastorada en Gusendos de los Oteros, mi pueblo. Yo lo tomé como un hecho patrimonial, un patrimonio cultural que me pertenecía porque lo había heredado de los pastores de mi pueblo, me pertenecía como miembro de una comunidad. No creo que los jóvenes entiendan la recuperación de las tradiciones como un hecho de pertenencia. Aquel patrimonio era muy local. Hoy nada es exclusivo de un pueblo, es todo global. Ellos lo entenderán en todo caso como un patrimonio universal, esa es la diferencia.

—¿Cómo está la salud del idioma español?

—(risas). Es buena en cualquier momento. Si la comparamos con tiempos antiguos, el léxico, la lengua, se está generalizando, se pierden las particularidades dialectales. El leonés, como dialecto, ha perdido infinidad de léxico porque se han abandonado los oficios tradicionales, pero se ha ganado en léxico universal. Creo que la vida moderna hace perder localismos y particularidades pero gana en la unidad del idioma, no solo en el léxico, sino en el aspecto fonológico y gramatical. Los medios de comunicación son poderosísimos para la expansión de las lenguas. También la escolarización. La gran mayoría del lenguaje antiguo era transmitido oralmente, no aprendido en la escuela, sino en la calle y la familia. Hoy la lengua común de cada región tiene menos particularismos y más semejanza con el español.

—Le he preguntado por la salud del español pero ¿debería decir el castellano?

—Yo digo español. El castellano es el dialecto de Castilla, pero los andaluces no admitirían que hablan castellano y los canarios, donde vivo ahora, tampoco. Dirían que no saben pronunciar el castellano. Nuestra lengua es el español. Es la lengua que nos unifica y uniforma con los hispanohablantes.

—¿Y el catalán?

—Es una modalidad de una lengua de España, lengua hermana derivada del latín, pero diferente.

—Ahora que menciona el latín. El español introduce cada vez más anglicismos. ¿Cree que la expansión del inglés se podría equiparar de alguna manera a lo que fue el latín en su momento?

—No, en absoluto. El inglés es una lengua extranjera que tiene una enorme influencia en el español actual como en todas las lenguas del mundo. Nebrija dijo que la lengua siempre es compañera del imperio. El español se instauró de forma genérica porque allí fue el imperio español. El inglés se instaura hoy en el mundo porque el imperio es Estados Unidos. Podemos decir efectivamente que también en la actualidad la lengua es compañera del imperio. La influencia de inglés en el español nada tiene que ver con la historia del latín, que era también la lengua del imperio romano y se instauró en todos los territorios donde se impuso el imperio romano. La caída del imperio romano y la venida de otros pueblos hizo que aquel latín se fuera diferenciando hasta convertirse en las nueve lenguas románicas. Si el español actual se difundiera solo por los medios locales llegaríamos a considerar dentro de 200 años nueve o veinte lenguas diferentes. Los medios de comunicación y las academias de la lengua hacen mucho por el idioma.

El dialecto leonés
«El leonés ha perdido mucho léxico porque desaparecen los oficios tradicionales»

 

—Las palabras definen. Ahora se habla de la posverdad. Los políticos utilizan la retórica del lenguaje para modificar la realidad. ¿Las palabras están al servicio de la idiología?

—La lengua no modifica la realidad. La lengua trata de manifestar y reflejar la realidad. Hay una nueva realidad que requiere un nuevo nombre y ese nuevo nombre surge para denominar una nueva realidad. Siempre la lengua va detrás de la realidad. Tiene que haber un objeto o una realidad anterior al lenguaje. La lengua anteriormente evolucionaba al margen de las influencias políticas y religiosas, la hacía el pueblo, y ahora el poder político interviene. La palabra ‘matrimonio’ o ‘pareja’ o el léxico referido a las condiciones sexuales está influenciado e impuesto por la política. La lengua sigue siendo creación del pueblo.

—¿Está a favor del lenguaje inclusivo?

—La expresión lenguaje inclusivo es incorrecta. El lenguaje inclusivo significaría que el masculino plural incluye al femenino, por lo tanto partimos de una mala definición. Hay una confusión entre la realidad y el lenguaje. Las palabras no ofenden, ofenden las intenciones del hablante. Llamar a una persona homosexual o gay es pretender no ofender, pero la palabra homosexualidad no ofende, podrá ofender el que la utiliza con mala intención. Y ese lenguaje que pretende no ofender confunde. La lengua tiene dos géneros, masculino y femenino, y hay unas reglas gramaticales que dicen que el género masculino incluye al femenino. Ahora, determinados políticos y políticas pretenden que la lengua reflejen la biología y en la biología hay sexo, no género. Pretenden identificar lengua con realidad y es un error desde el punto de vista filológico. La lengua se rige por sus propias normas que en este caso son el género, y la biología se rige por otras normas que son el sexo.

—Lo que no se nombra no existe.

 —¡Claro que existe!. Hay muchas cosas que existen que no tenemos palabras para ellas. Ahora mismo estoy viendo un paisaje en Valencia de Don Juan que no tengo palabras para definirlo.

—Usted tiene registrado 36.00 topónimos canarios. ¿Hay topónimos indescrifrables?

—Si. Hay muchas palabras que convertidas en topónimos no sabemos lo que significan. ¿Qué significa el nombre de mi pueblo, Gusendos?

—Eso mismo le iba a preguntar yo.

—No lo sabemos. Tengo la hipótesis de que era el nombre de un personaje que recibió el encargo de crear allí una villa, que se llamaba parecido. Pero hay más palabras. En mi pueblo se utiliza la palabra embuesta, que es el grano que cabe entre las dos manos, y no conocemos su origen.

Castellano o español
«Yo digo español, ni los andaluces ni los canarios admitirían que hablan castellano»

  Nuevas realidades
«Hay una nueva realidad que precisa nombres, que surgen para denominar la nueva realidad»   Lenguaje inclusivo
«La reglas del lenguaje tienen género, pero no sexo, que es biológico. No hay que confundir»

 

—¿Con qué topónimo de León se queda?

—Me gusta mucho Gusendos, mi pueblo, que nos retrae al origen. Pero hay muchas palabras hermosas desde el punto de vista del significante, pero no conocemos el significado. Me gusta mucho ‘otero’, me parece muy hermosa y aparece en un poema de San Juan de la Cruz.

—¿Los pueblos con más historia tienen toponímias más variadas?

—Si, por lo menos más antiguas. Más variadas si pensamos en la procedencia. Mientras más antiguo sea un territorio más variedad vamos a encontrar.

 —¿Su nombre no le gusta?

 — Maximiano. Lo recibí por mi abuelo. Es el nombre de un emperador romano.

 —¿Y Bernesga y Torío?

—Mi colega y amigo Román Morala podría decirlo con más exactitud que yo.

—¿En qué proyectos trabaja ahora?

—Acabo de publicar un libro de 3.000 páginas sobre los topónimos de origen guanche. Se trata de una lengua perdida, algunas perviven, pero hay un porcentaje muy grande que no sabemos el significado porque se perdió la referencia. Estoy trabajando en una traducción canaria sobre los ranchos de ánimas, que son cofradías canarias para rezar y cantar por los muertos. Esa es exclusiva de Canarias.

—Siendo de León, no se anima a un trabajo con los topónimos de la provincia.

—Si viviera en León los temas de investigación serían leoneses. No he perdido la vinculación con León. Vengo todos los veranos, paseo, conozco la realidad de este momento. He investigado la pastorada, la Semana Santa, el romancero de León, he hecho muchas encuestas. Me gustaría mucho estudiar la toponimia de la zona porque es una de mis especialidades pero requiere recorrer los campos con informadores locales, la toponimia rural, de caminos, de barrancos, y para eso hace falta tiempo que no tengo.

—¿Qué palabra leonesa conservaría para siempre?

—¡Qué pregunta más difícil!. Me encanta la palabra ‘otero’ porque además está viva, es la denominación de una comarca. ‘Barcillar’, que son las viñas, y es exclusiva del sur de León.

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