Diario de León

La pobreza alcanza su máximo en este siglo

El 17% de la población no puede calentar o refrigerar la casa

Las personas que no llegan a fin de mes o no comen carne o pescado regularmente siguen en aumento. FERNANDO OTERO

Las personas que no llegan a fin de mes o no comen carne o pescado regularmente siguen en aumento. FERNANDO OTERO

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El porcentaje de españoles pobres no desciende desde hace décadas, pero cada vez son más quienes tienen serios problemas para disponer de lo básico para vivir. Vamos a peor. Es la dura realidad que describe un informe realizado por Cáritas y la Fundación Foessa, que analiza la evolución de las condiciones de vida de los españoles más desfavorecidos en los últimos quince años, entre 2008 y 2022.

La carencia material severa, la incapacidad de acceder a cuatro o más de los nueve elementos indispensables para una mínima calidad de vida, está en España en máximos del siglo. Quienes no pueden calentar o enfriar su casa, pagar a tiempo letras o recibos, comer carne y pescado cada semana o enfrentarse al mínimo gasto imprevisto son ya el 8% de los censados, casi cuatro millones, el doble que hace dos décadas, cuando esta ausencia de condiciones mínimas para una vida digna alcanzaba a entre el 3% y el 4% de la población.

La razón fundamental de la proliferación de quienes carecen de lo esencial está en el fortísimo aumento de costes en vivienda, energía, comida y transporte, sobre todo desde la pandemia, que sobrepasa con creces la leve mejora de ingresos lograda por los hogares más modestos.

Las privaciones que más han aumentado son las vinculadas a la vivienda y la alimentación. Hoy el 5,4% de los españoles apenas sabe lo que es poner carne o pescado en el plato (más del doble que hace tres lustros); el 17% no puede calentar o refrigerar la casa (el triple que hace 15 años); y uno de cada diez ha tenido que dejar recibos o cuotas de la hipoteca sin pagar en el último año, un 63% más que en 2008. Pero el elemento que desborda la economía de cada vez más familias españolas es la aparición de un gasto imprevisto. Más de un tercio, el 35,5%, es incapaz de afrontar un imprevisto, aunque la reparación, compra o gasto médico no supere los 650 euros. Los atrapados en esta fragilidad financiera extrema han crecido un 18,7% en quince años.

Si la carencia severa de lo básico aumenta, el empeoramiento de las condiciones de vida entre los españoles con los ingresos más bajos es brutal. Dos de cada tres son incapaces de hacer frente a un imprevisto, un tercio no puede conectar la calefacción y más de una cuarta parte deja con frecuencia recibos sin pagar. Son empeoramientos de entre el doble y el triple de una situación que ya era mala en 2008.

El trabajo demuestra que la pobreza en España es un problema estructural. Los últimos tres lustros sufrieron pobreza relativa —la de las familias con menos del 60% del ingreso medio— uno de cada cinco españoles, entre el 19% y el 21% de la población. De 9,5 a 10 millones. La proporción prácticamente no cambió, fuese como fuese la economía. Esta cronificación de la pobreza se debe a que en los años de vacas gordas la mejora de ingresos se concentró en los más ricos, con avances leves o simple estancamiento entre los desfavorecidos, lo que hizo que la brecha entre unos y otros no parase de ampliarse, manteniendo inalterable la tasa de pobreza incluso en épocas de crecimiento económico.

Asfixiados por el alquiler

Si la pobreza general es enorme, el volumen de penuria vital en determinados colectivos es alarmante. La mayor proporción de desfavorecidos se detecta entre los inmigrantes. El 59% de ellos vive en la pobreza, 39 puntos por encima de la media. Su situación no ha dejado de empeorar desde 2008. Entonces los extranjeros pobres eran el 43%, 16 puntos menos que ahora. El segundo colectivo más perjudicado es el de los niños y adolescentes. El 30% son pobres, un 50% más que la media del país.

Los elementos que más dañan la calidad de vida son los precios de alimentos y vivienda. Su enorme encarecimiento, muy superior a la mejora de los ingresos, es el que ha lastrado el poder adquisitivo. El 23% de los españoles, seis millones, ha tenido que recortar gastos en comida y el pago del alquiler asfixia a la mitad de quienes viven arrendados. Al 33% le causa estrés financiero moderado y al 16%, extremo. Debe destinar a ello más del 60% de su dinero. La compra es un imposible para la mayoría. El esfuerzo medio para adquirir un piso son 7,7 años de ingresos, más del doble que hace 30 años. Cáritas y Foessa proponen, para quebrar la pobreza estructural, políticas de empleo orientadas a los más vulnerables, reformas que reduzcan la temporalidad y eleven los salarios, que el ingreso mínimo vital alcance a todos los que sufran pobreza severa (menos del 40% del ingreso medio), que se mejoren sus cuantías, y se multiplique la vivienda social en alquiler y los pisos de emergencia, los destinados a familias en extrema necesidad.

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