Diario de León

«Queremos cerrar una herida y que duerman juntos el paseo»

Dos cuerpos entrelazados en la fosa de Villadangos desde el 36. Tras la ruidosa labor de la mañana, con las máquinas rompiendo el hormigón del cementerio, al caer la tarde la emoción contenida de las familias fue testigo del hallazgo de los primeros restos en la fosa de los paseados de Villadangos.

La retroexcavadora trabaja en el pasillo central. RAMIRO

La retroexcavadora trabaja en el pasillo central. RAMIRO

León

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Parecía imposible encontrar algo y sin embargo parece que sí... A un metro y medio de profundidad y pegados a lo que fue la tapia sur del cementerio aparecieron ayer por la tarde los primeros restos óseos que pueden corresponder a alguna de las 71 personas represaliadas por el franquismo y fusiladas en Villadangos después del golpe de Estado de 1936.

Los restos óseos se encontraron, al caer la tarde, en la calle central del cementerio, una de las tres zonas señaladas por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) para la búsqueda de las fosas comunes en las que fueron enterrados estos 70 hombres y una mujer, según consta en el Registro Civil del Ayuntamiento de Villadangos.

«No se trata de un enterramiento convencional, son dos personas y nos parece una fosa común», apuntó Marco González, vicepresidente de la ARMH. «El hallazgo supera nuestras expectativas. Es un enterramiento de un mínimo de dos personas con objetos y afectados por la humedad y restos degradados», añadió.

La exhumación, realizada bajo la dirección del arqueólogo Sergio Castro, ha sacado a la luz algunos objetos como un gemelo, un peine y un mechero. Bajo la atenta mirada de las familias, el arqueólogo ha explicado las singularidades de la disposición de los huesos.

Una veintena de familias se encontraron ayer en el cementerio. Muchas se pusieron cara y se abrazaron después de meses de relación en el chat de wasap que ha ido creciendo a medida que sabían unas de otras. «Es emocionante y una gran satisfacción porque era un paso que muchas veces dudamos que se diera por la falta de empatía de algunos vecinos», comentó Pablo Juárez, nieto de Rufino Juárez Fernández, labrador y presidente de la Junta Vecinal de Vegas del Condado que fue paseado junto a otros vecinos de su pueblo el 22 de octubre de 1936.

Ayer se dio un paso más para que el largo paseo de Rufino y los otros represaliados acabe como deseaba su hijo, Rufino Juárez Fernández. Murió en septiembre sin poder asistir a la búsqueda de su padre, en medio de la polémica por la oposición de un concejo vecinal, en el que 22 vecinos pretendían impedir el derecho reconocido por ley. «Queremos cerrar una herida, pasar página y que duerman juntos el paseo», añadió.

Todos echaron de menos a Rufino y maldijeron la postura cómplice del alcalde con las maniobras de dilación. «Esto se tenía que haber hecho hace un año», afirmó el presidente de la ARMH, Emilio Silva.

La mañana transcurrió entre el ruido de la máquina retroexcavadora y el martillo neumático y la emoción de las familias. Dos equipos de voluntarios trabajaban en dos de las tres zonas señaladas en el proyecto, siempre salvaguardando la integridad de las tumbas. La ARMH recuerda que todo se repondrá al finalizar la exhumación.

«Estamos rompiendo el silencio», añadió Pablo Juárez, satisfecho por el cumplimiento de lo que considera «una obligación ética». «Es triste que se haya esperado tanto», dice el nieto de Rufino.

«Es como una reparación para todo el sufrimiento de mi familia paterna. Como un bálsamo para aquella niña pequeña (yo) que miraba a su padre y pensaba: pobrecito, mataron a su papá», comentó la periodista Pura Francisco, que busca a su abuelo Santos Valentín Francisco, maestro herrador de Mansilla de las Mulas, fusilado en octubre de 1936 en el monte de Villadangos.

«Me parece increíble que encontremos algo y sin embargo parece que sí. Después de tantos años de negaciones y escollos, con lo que encontremos ha merecido la pena, me parece hasta un triunfo», apuntaba embargada en la emoción. «Nos conformamos con poco...».

Algunos vecinos del pueblo se han acercado a seguir de cerca los trabajos y apoyar a los familiares. «La madre de mi esposa, Rosalía Pérez Cabero, que era una niña, iba con el carro a recoger los cadáveres con su padre», comenta José María. Cuando se enteraron de que la asociación quería buscar la fosa «enseguida dijimos hay que apoyar a esta gente».

«Ha sido muy importante encontrar gente en el pueblo que nos apoye», añade Susanna Toral, nieta del maestro de Villaornate Tomás Toral Casado, natural de Valderas, que fue detenido el 10 de octubre y asesinado en el monte de Villadangos una semana después. Nada que ver con la imagen que le quedó hace 16 años cuando visitó el pueblo haciendo el Camino de Santiago y preguntó por los fusilados con la idea de encontrar alguna pista de su abuelo. «De eso aquí no se habla», le dijeron. «Hoy estamos asistiendo a un cambio del cien por cien, si además encontramos algo, sería ya lo más...pero eso no está en nuestras manos».

Y lo encontraron. Después de tanto tiempo de incertidumbre, los primeros restos óseos compatibles encontrados con la disposición típica de una fosa dan aliento para más hallazgos y para que alguna de las familias pueda recuperarlos.

Nada le haría más feliz a Jesús Germán Luengo, nieto de Jesús Luengo, uno de los siete paseados de Valencia de Don Juan, después de tantos de búsqueda infructuosa de sus seis hijos (ya fallecidos). «Espero que sea la pista definitiva. A ver si tengo la suerte de que aparezca y llevarlo a San Sebastián, donde está enterrada la viuda, Restituta Bobillo, que también eran de Valencia de Don Juan y se tuvieron que ir porque allí no podían vivir».

Elisa Sacristán, nieta de Federico Sacristán, un cartero de León, casado y con nueve hijos, que fue fusilado en Villadangos el 9 de septiembre de 1936, también ansía encontrar sus restos. «La ilusión mía es encontrarle y llevarle con mi abuela. Si no es así, habrá que conformarse», afirmó. «Es emocionante, pero no tengo esperanza de encontrar a mis tíos», dijo María Jesús, sobrina de los hermanos de Francisco y Javier Rojo Álvarez, vecinos de Ardón y empleados en una tejera, que con tan solo 16 y 18 años fueron apresados por falangistas el 21 de septiembre de 1936.

La incertidumbre de las familias planeaba por debajo del ruido de las máquinas y la certeza y la satisfacción de que «ya les hemos sacado a la luz haciendo agujeros en el silencio», la tiene Pilar González, sobrina de Epifanio González, uno de los seis paseados de Mansilla de las Mulas, en octubre de 1936, el mes más sangriento de la represión posterior al golpe de estado del 18 de julio. Ponerse en la búsqueda de su tío «me está explicando quién es mi familia, qué es mi país y la historia que no estudiamos», apuntó.

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