Diario de León

«Tengo la esperanza de que salga un fármaco que cure mi alzhéimer»

Miguel Martínez da la cara en el Día Mundial del Alzhéimer. Tras recibir el diagnóstico de la enfermedad, el expolítico y expresidente de Paradores cuenta en esta entrevista sus sentimientos y su esperanza de futuro.

Miguel Martínez con su inseparable compañero en el Centro Alzhéimer, Senén Rodríguez, en la sala de los recuerdos. MIGUEL F. B.

Miguel Martínez con su inseparable compañero en el Centro Alzhéimer, Senén Rodríguez, en la sala de los recuerdos. MIGUEL F. B.

León

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Miguel Martínez Fernández (Toreno, 1951) lee todo lo que se publica sobre los últimos avances del alzhéimer. Tras el susto inicial del diagnóstico ha tomado las riendas para ser parte activa de su cuidado. Su primera decisión fue acudir al Centro Alzhéimer de León, donde participa en los talleres de memoria y forma equipo con uno de los usuarios más veteranos del centro, Senén Rodríguez, un mástil en esta etapa de su vida. A Senén le diagnosticaron la enfermedad hace diez años y asegura que ahora se siente mejor que antes. «Es para mí un ejemplo que me da esperanzas», dice Miguel. «Cuando lo veo a él pienso que a mí me va a pasar igual».

Asegura que su familia, especialmente su mujer Marta, y su hija Natalia, son su apoyo incondicional. Confiesa que desde que le diagnosticaron la enfermedad se ha vuelto más sensible. «La prensa siempre se me dio bien, trabajé ocho años en la radio y me vino muy bien después para la política, porque me conocía a todos los periodistas de León, tenía muy buenas relaciones con ellos», dice al recordar los inicios de su carrera. Político del PSOE, exalcalde de San Andrés del Rabanedo, senador, presidente de Paradores, secretario general de la ejecutiva provincia del PSOE y miembro de la ejecutiva federal, entre otros cargos, Miguel Martínez asiste desde hace cuatro meses a los talleres de memoria del Centro Alzhéimer de León. «El diagnóstico fue un disgusto, pero ahora tengo ilusión y soy optimista».

—¿Le hubiera gustado ser periodista más que político?

—Me lo ofrecieron, pero tenía un trabajo en ITT en el que ganaba mucho más dinero. Si me hubieran pagado lo mismo me hubiera ido a la prensa.

—Pero lo dejó por la política.

—Fue por mi relación con José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando él empezaba en política yo le hacía alguna entrevista, cuando todavía no era ni secretario general en León. Ya me había afiliado al partido, primero en el PSP, el del alcalde de Madrid Tierno Galván, y después, con la fusión, ya me quedé en el PSOE.

—Hoy se conmemora el Día Mundial del Alzhéimer y la asociación ha organizado actividades de las que usted va a formar parte activa. ¿Desde cuándo está en el Centro Alzhéimer?

—Hace cuatro meses. Me detectaron la enfermedad y a los pocos días ya estaba aquí.

—¿Conocía la asociación de antes o se interesó por ella tras recibir el diagnóstico?

—La conocía desde que fui alcalde de San Andrés del Rabanedo. La que hoy es gerente, Flor Juan, y otra persona que la acompañaba, vinieron a mi despacho para pedir la colaboración económica del Ayuntamiento en los programas para el alzhéimer, que entonces estaba en el Chef. Por supuesto que les ayudé. Ese fue el primer contacto con la enfermedad y con la asociación. Yo era muy joven, acababa de salir de alcalde, no recuerdo exactamente la fecha.

—¿Qué síntomas notó que le hicieron sospechar que algo no iba bien?

—Fue mi mujer la que se dio cuenta. Yo dejaba las puertas abiertas, no apagaba las luces, tenía fallos de ese tipo, un día marché y dejé la puerta abierta de la cochera, pero yo no sentía nada, me encontraba bien.

—Y además son despistes que le pueden pasar a cualquiera...

—Sí, pero había algo más y fue mi mujer la que se dio cuenta. Durante la pandemia tuve una úlcera sangrante. Estuve un año tomando hierro, me recuperé, pero a partir de ahí fue cuando empecé a notar que algo no estaba bien. Fue cuando mi mujer me dijo que me notaba muy despistado. Como había tenido la úlcera fuimos al médico. Me hicieron unos análisis de sangre completos y todo estaba bien. A dos médicas del Hospital de León se les ocurrió hacerme una resonancia en la cabeza, pero no me dijeron que tuviera alzhéimer todavía, era muy al principio. Después me pidieron una prueba más específica, un spect cerebral. Entonces me dijeron que tenía principio a alzhéimer.

—¿Qué sintió?

—¡Hombre! Un poco de susto sí que me llevé. Mi madre con 90 años ya tenía alzhéimer y en una residencia. Mi padre tiene hoy 96 años y tiene perfectamente la cabeza. Me quedé un poco asustado.

—¿Qué fue lo primero que pensó?

—Que tenía que hacer algo. Me encontré con la primera trabajadora social que tuve en el Ayuntamiento de San Andrés, le dije que tenía principio de alzhéimer y ella actuó rápidamente y llamó al centro. Me dijo que si quería venir y le dije que sí, que ahora mismo. Al día siguiente estaba aquí.

—¿No se ha preguntado nunca cuál pudo ser el desencadenante?

—No lo sé. Eso lo sabrán los médicos. Yo tuve una vida política de más de 30 años que todo León sabe lo que era de estresante. Fui secretario general del partido, alcalde, senador, director de Paradores...

—¿Lo recuerda con mucho estrés?

—Mucho. Yo no tenía vida para la familia. Estaba dedicado en cuerpo y alma exclusivamente al trabajo. He pensado mucho si pudo tener que ver esa actividad frenética de no dormir bien, de no estar con la familia y viajar tanto. Me jubilé un poco antes de la pandemia. Ese parón fue lo que noté más y después llegó la pandemia, el confinamiento, salía poco de casa, no tenía mucha relación con la gente, y eso creo que influyó. Ningún médico me ha dicho esto, pero creo que pudo influir.

—¿Los médicos qué dicen?

—Que no lo saben.

—Por un lado dicen que hay que estar activo mentalmente, pero hay casos de políticos como Pascual Maragall o Aldolfo Suárez, muy activos, con la misma enfermedad.

—¡Fíjate el alcalde de Barcelona!. A Adolfo Suárez también le pasó justo cuando dejó de ser presidente.

—Dice que inmediatamente después del diagnóstico se puso en contacto con el Centro Alzhéimer...

—Llevo cuatro meses. Intento ser lo más divertido posible, salir, juego con mis amigos al fútbol, he vuelto al golf, juego mucho peor de lo que jugaba, pero bueno... sigo. Camino todos los días una media de 10 kilómetros. En casa hago estiramientos y pesas en una máquina que tengo. Cuando vine al Centro Alzhéimer me dijeron que tenía que hacer deporte y mantenerme delgado. Yo siempre hice mucho deporte, corría medios maratones.

—¿Qué ha supuesto para usted tener alzhéimer?

—En principio, un disgusto. Después de toda mi trayectoria política, cuando tienes 70 años, jubilado y te encuentras con una enfermedad de este tipo, al principio lo tomas como un disgusto. Pero tienes que salir adelante, y yo en ese sentido tengo amigos, lo llevo lo mejor posible con la familia, que me está ayudando. Estoy lo más tranquilo posible. Hoy le decía a Senén que tengo esperanzas de que esta enfermedad se cure dentro de unos años. Que haya una medicación que la pare y que la cure. Estoy leyendo mucha información sobre el alzhéimer, que antes no leía, y tengo esperanzas de que algún día, muy pronto, esta enfermedad tan cruda pueda acabarse. El otro día estuve leyendo que había más de 150 millones de personas en el mundo con esta enfermedad. Un médico me decía que me podía morir a los 90 años de cáncer, dándome a entender que no es una enfermedad asesina, que te va deteriorando.

—¿Qué es lo que más miedo le da de la enfermedad?

—El deterioro. Mi esperanza es aguantar hasta los 80 años y poder seguir trabajando en las actividades de la asociación. Ahora hay muchos adelantos que pueden ayudar a salir adelante. Yo vivo con esa ilusión y que cada día haya más avances. Tengo toda la ilusión del mundo. Tengo más confianza, vivo mejor, voy con los amigos y hago deporte. Vengo al centro, que es una maravilla. Esa esperanza me ayuda a vivir mejor, más tranquilo

—¿Qué hace en el centro?

—Vengo con un grupo los lunes, miércoles y viernes a hacer cognitivo. Hacemos ejercicios mentales. Yo tengo una dificultad que es la visión porque la enfermedad me ha afectado a la vista. Veo bien de lejos pero de cerca se me mezclan. Ahora vamos a hacer una excursión y actividades de todo tipo. En todas participo.

—Se ha involucrado directamente con los actos de este año organizados por el centro.

—Mañana (por hoy) iremos por las administraciones para pedir ayuda, apoyos. Todas estas actividades en el Centro Alzhéimer cuestan mucho dinero y hay que ayudarles económicamente. Todo lo que sea ayudar desde el punto de vista económico, personal e incluso de investigación, que es importantísima. Hay miles del científicos en todo el mundo que están trabajando sobre la enfermedad. En Japón, un grupo de científicos decían que la enfermedad está a punto de detenerse y hacerlo de una forma muy barata. Todo esto me interesa mucho. Tengo mucha ilusión de que llegue ese medicamento. No estoy amargado, todo lo contrario, aunque de vez en cuando me entran minutos de angustia.

—¿Cuál es su angustia?

—Que dentro de cinco años la enfermedad evolucione de tal manera que me deteriore. Me gusta pensar que tengo más vida por delante con ilusión. Senén lleva diez años con la enfermedad.

En este punto de la entrevista interviene Senén, el compañero inseparable de Miguel Martínez en el centro. «Hace diez años yo estaba peor que ahora», asegura, «al principio no ves cosas que los demás ven, como decía Miguel, los olvidos y los despistes. Esos despistes siguen todavía pero no evolucionan. También hay temporadas». Senén está al frente del grupo Helen, personas con alzhéimer que se reúnen con autoridades «pero todo paró con la pandemia. En la pandemia he visto empeorar a mucha gente. Estar activo dicen que es la clave, pero la razón por la que entra esta enfermedad no se sabe. Yo tenía también mucho estrés, era reparador de electrodomésticos, pero la causa no se sabe. Cuando empiezas a trabajar lo haces con mucha ilusión, pero luego te la van quitando poco a poco».

—¿Qué ha supuesto para usted conocer a Senén?

—Recuperar la ilusión. Senén lleva diez años y es un ejemplo para mí, viendo cómo está de bien pensé que yo iba a aguantar como sea.

—¿Toma medicación?

—Una pastilla por la noche.

—Si pudiera cambiar algo de lo que ha hecho en su vida ¿qué cambiaría?

—(Risas). Hubiera hecho más.. (no le sale la palabra), sopas de letras, que no he tenido tiempo, y leer, que también me dicen que es muy bueno para evitar la enfermedad (vuelven las risas). Es broma. Estoy bien, estoy encantado, he tenido una buena vida laboral, política y familiar.

—¿Habla con Zapatero?

—Sí, desde que estoy aquí de vez en cuando por whatsapp.

—¿Qué aconsejaría a las personas que están en el proceso en el que se encuentra usted?

—Si no tienen familiares y no conocen la enfermedad, que hay experiencia suficiente para saber que es muy importante la ayuda y que la gente se vuelque para ayudar económicamente en esta enfermedad, porque la investigación y todo es muy caro.

Senén puntualiza. «Es importante el apoyo de los que están a nuestro alrededor, las familias».

—Y es importante que una persona tan conocida en León como usted de la cara y haga visible la enfermedad.

—Nada más que me dijeron que tenía alzhéimer me puse en manos de los médicos, del centro y de todos. Se lo dije a todos mis amigos y conocidos en veinte días. Hay mucha gente que lo sabe y algunos me saludan un poco cohibidos. A los del banco les he dicho que tengo alzhéimer, que puedo ir a por dinero o a atracar (ríe). Si me ven por la calle que me traten con naturalidad. Voy a dar la cara en todo y con mucho agradecimiento.

—Tendrá alguna influencia para que sus peticiones para León lleguen al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

—No. He dejado la política, aunque sigo siendo del PSOE.

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