Diario de León

Un guión de teatro escrito para no perder la memoria

Aprendices de comediantes.  mayores, niños y niñas del programa intergeneracional del Centro Alzhéimer de León ensayan la obra que representarán en el Auditorio, una terapia para trabajar habilidades en equipo.

Parte del elenco que participará en la obra ‘Caperucita en Manhattan’ que se representará en el Auditorio. FERNANDO OTERO

Parte del elenco que participará en la obra ‘Caperucita en Manhattan’ que se representará en el Auditorio. FERNANDO OTERO

León

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Esto es otro cuento. «Yo soy la abuela y me enrollo con....». Todo el equipo manda callar a Chelo González, que a sus 71 años representa el papel de abuela de Caperucita. No hay que desvelar el final porque este cuento es otra historia, como el alzhéimer. Un relato que está por contar, aunque ya se haya escrito de todo. Una troupe de 19 personas de niños, niñas, afectados con alzhéimer, familiares, maquilladores, modistas, peluqueros, voluntarios y trabajadores del Centro Alzhéimer León se unen para compartir un modelo de trabajo que tiene como finalidad hacer que los actores se sientan bien, útiles y reciban el aplauso del público. Un aplauso real pero también universal a la constancia, a la resistencia, a la no resignación y a la participación.  

Al frente de esta inusual compañía está el actor Sergio Martínez Diaño, que dirige a un equipo con la misma fórmula por la que se rigen los comediantes profesionales. «No quiero que se limiten, quiero que hagan locuras, que no tengan miedo a confundirse y si se olvidan de algo ahí está el equipo para salvar la situación».  

El equipo son alumnos y alumnas de Colegio Leonés, uno de los centros que participa en el programa intergeneracional de la Asociación Alzhéimer de León, que cuenta con la colaboración del Luis Vives, Lope de Vega, Camino del Norte y Benito de León de Santa María del Páramo.  

Caperucita en Manhattan es un montaje teatral inspirado en la obra de Carmen Martín Gaite.  

Senén Rodríguez se mete en el personaje de Míster Woolf, «un fantasmón muy rico, con mucha pasta, que no está conforme con lo que tiene y quiere más».  

A Petra Cantón, de 84 años, puede que se le olviden algunas cosas, pero sobre el escenario se mete en la piel de varios personajes. «No es difícil», dice Petra, que confía en el equipo para que el resultado sea profesional  

«Es una representación interactiva, hay una grabación que nos ayuda en los ensayos para que podamos coordinar los movimientos». Carlos Antonio Cuenya tiene 15 años y forma parte del elenco desde los inicio de esta iniciativa, hace seis años.  

El equipo. Ahí está el éxito. «Trabajamos con equipos de cuatro o cinco personas, lideradas por uno de ellos. Luego lo juntamos todo y es como un puzle que encaja perfectamente. El éxito es que si alguien falla porque se le olvida el papel, el resto del equipo sale en su ayuda, le ofrece una salida y no se nota, todo parece integrado en el montaje de la obra. El resultado es que nadie se siente mal y todos aporten, se motiven», asegura el director de la obra, Sergio Martínez Diaño. Y funciona. Desde que se puso en marcha la iniciativa son muchos los usuarios que repiten.  

Caperucita en Manhattan se estrena en León el 4 de noviembre en el Auditorio Ciudad de León en dos pases a las 10.30 y las 11.45 horas. La entrada cuesta 2 euros.  

«Una creación ingeniosa, con adaptación y guion propio, vestuario y maquillaje brillante y con una puesta en escena fresca y divertida». Nieves Marcos, responsable del programa intergeneracional del Centro Alzhéimer, destaca los beneficos para la memoria que tiene el trabajo teatral. «Permite a los mayores estar conectados con la realidad, sentirse aplaudidos y valorados. Tienen que tener despiertas todas sus capacidades. Es un trabajo muy completo que ellos lo perciben como una actividad lúdica. A los niños que participan en la obra les prepara para comprometerse con la sociedad y darse cuenta de que los mayores son una parte importante de ella».  

El montaje de la obra es posible gracias a la participación de muchas personas. Este grupo no es solo de mayores y niños y niñas. Todo el personal y usuarios del Centro Alzhéimer de León están implicados en un proyecto que ya ha cosechado éxitos en Madrid, en la jornada de convivencia intergeneracional que anualmente celebran con el Ayuntamiento de Fuenlabrada. Entre las actividades que organiza el centro con los actores amateur están las visitas a representaciones teatrales. El dinero que se recaude con la representación en el Auditorio de León irá destinado a sufragar parte de esos gastos, que forman parte de la terapia de las personas que participan en el proyecto  

Esta actividad se extiende a todo el centro. Los trajes están cosidos en el taller de artes plásticas de la Unidad de Memoria, que cuenta con la participación de la Escuela de Moda Liper, que colabora con el diseño del vestuario. «El estreno moviliza a todo el personal del Centro Alzhéimer y al voluntariado. A los actores y actrices las maquillan especialistas en estética que colaboran con nosotros, como ocurre también con todo el montaje de sonido y de luz», explica.  

Hoy la troupe ensaya sin el director. «El ritmo de trabajo que he diseñado permite los ensayos de manera independiente. Se autogestionan ellos mismos», explica Sergio Diaño.  

En las pruebas de hoy lideran Elena Fernández Gutiérrez, de 14 años; Victor Villalba, de 15 años; y Carlos Antonio Cuenya. «Somos actores con personajes polivalentes, tenemos personajes diversos».  

«Siento mucha satisfacción después de que a la gente le guste el resultado después de tanto trabajo». Ayuda mutua, esfuerzo y apoyo incondicional entre mayores y niños y niñas. «El teatro es un arte vivo, que ayuda a reflexionar», concluye el director de la obra.

El trabajo en equipo es la clave para que los fallos, si los hay, no se noten. FERNANDO OTERO

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