Diario de León
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Nada en común tienen estos personajes tan dispares en época como en forma de ser y estar. Entonces, ¿qué hago citándolos aquí? Todo un reto, que, «cogido por los pelos» vale para hablar de León

Empiezo presentando León, como polivalente palabra, por aquello de que quien la pronuncia, puede estar arrogándola titularidad equivocada, poco bueno y mucho malo en forma de halo que la rodea, «vais de la vida a la muerte, vais de la nada a la nada», acoplado al viejo gentilicio: leoneses. El de ésos que hoy, pobres en minería, cortos en labranza, bajo el invento castellanoleonés nuestra personalidad escamoteada, empecinados dirigentes tratan de empujarnos hacia el gran ocaso leonés, el de la ausencia. ¡La na-da!

Aquí surgió un puntual fulgor legionense, el alcalde José Antonio Díez. Con él afloró un nuevo momento de esperanza reivindicativa diferenciadora leonesa, de León, de la región. Y le contestaron con una «mesa coja». Para nuestro bien, decían, y nos la compusieron desde fuera. ¿Dónde queda nuestra intelectualidad evolutiva en forma de columna (pata) estudiosa y salvadora para todo un pueblo?

Juan Madrazo, respetuoso urbanista, cuando el munícipe responsable decidió la exagerada poda de los árboles que daban nombre a una vía principal: Paseo de las Negrillas, no dudó en lanzar en la prensa su discrepancia

Juan Madrazo, genial arquitecto, y como tal polémico, viviendo apenas una década entre los legionenses, supo salvarnos la Catedral del derrumbamiento y ruina. Se las tuvo con el cabildo catedralicio, o éstos y el obispo con él, pues a los grandes hombres y profesionales que rayan la genialidad, nunca les faltan detractores. Su diseño, estudio y ejecución del encimbrado para sustentarla durante su restauración, además de salvador, fue premiado ¡merecidamente!

Juan Madrazo, digo, observador y polemista, respetuoso urbanista, ayudó en cuanto pudo, le dejaron o permitieron durante su estancia entre los legionenses de la época. Así cuando el munícipe responsable decidió la exagerada poda de los árboles que daban nombre a una vía principal: Paseo de las Negrillas, no dudó en lanzar en la prensa su discrepancia por el «maltrato» estético y vegetal dado a las plantas. Estamos recordando el paseo que despojado más delante de todos las negrillas, durante el ensanche, daría origen a la calle que hoy llamamos Ordoño II.

El moderno corregidor de Legio, al que ya he dirigido más de un «bravo» en estas páginas; en plan capitalino, que también es lo suyo, maneja un caleidoscopio para plasmarlo en la «via principalis», la de la «negrillas», Ordoño II. Se ha estudiado para tan emblemática calle otro arreglo de los muchos de su vida, ahora culminado con el pintando de colores los suelos. Ni critico, ni aplaudo, ¡espero!

Cuando Viggo Mortensen, o su personaje Alatriste estando por las «Hoces» se sintió leonés, por unos de tantos vericuetos donde la historia no se escapa, nada de inventos, pues firme como el entorno rocoso la llevamos con nosotros, él, queriendo comprendernos, alcanzó un especial grado de afinidad, al punto de situarnos como «el corazón de España», ¡todo un leonés de adopción!

Supo agasajarlo el Ayuntamiento, la Diputación y con ellos el pueblo. Se llevó nuestro aplauso, prendió nuestro escudo en su solapa y yo, con sencillez, lo dejé dicho en este medio: https://www.diariodeleon.es/articulo/tribunas/viggo-mortensen-astro-pueblo/20061008000000863705.html

¡Gracias Viggo, por habernos elegido! Estamos tan poco acostumbrados los leoneses a que se alce una voz en nuestra defensa, o simplemente que, la palabra o las letras, transporten esencia de nuestros valores…

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