Diario de León
Publicado por
Andrés Mures Quintana, analista político y experto en relaciones internacionales
León

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Desde que Vladimir Putin tomó los mandos de la «nueva Rusia» (Federación Rusa) en 1912, la inestabilidad política en el plano internacional acecha a Europa. Esta sensación de inseguridad ha ido gradualmente en aumento en el curso de los últimos años. Algunos líderes europeos han contribuido a este estado de incertidumbre y tensión sostenida. Bielorrusia es un país muy nombrado en estos días por la presión migratoria que está ejerciendo sobre Polonia, que es decir Europa Occidental. El presidente de este país, realmente un títere de la política expansiva patrocinada por Putin, es un personaje de dudosa catadura moral. Aleksandr Lukashenko es una amenaza en potencia por la política que practica, lejos de las normas democráticas imperantes en la práctica totalidad de los países europeos.

La Otan fue creada pocos años más tarde del final de la Segunda Guerra Mundial, concretamente en abril de 1949. Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Italia, Reino Unido y Francia fueron los patrocinadores iniciales, junto a otra serie de países de menor peso político. Con el correr del tiempo, junto a la descomposición de la URSS en 1989 y la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de ese mismo año, una serie de países se han ido incorporando a este pacto defensivo frente a la hegemonía que representó en su momento la URSS y que ahora ha recogido el guante la Federación Rusa de la mano de Putin. Muchos de los países que integran la Otan (los últimos Montenegro en 2017 y Macedonia del Norte en 2020) formaron en su día en las filas del Pacto de Varsovia, creado en 1955 como contrafuerte a la Otan. Polonia, por ejemplo, se integró en la Otan en 1999.

Hasta ahora, Bruselas, como capital política de Europa y sede de la Otan (plano militar), ha mantenido durante bastante tiempo una estrategia de «buen amigo», de cordero manso, podría decirse. Sin embargo, los acontecimientos de Bielorrusia, sumado al talante pro belicista que esgrime Vladimir Putin sin rubor alguno, hace que los estrategas occidentales con el Secretario General de la Otan Jens Stoltenberg (Oslo 1954) a la cabeza, se estén preparando para unas políticas de rearme que podrían estar asomando en el horizonte. Es decir, Europa estaría planteándose un plan de estrategia militar por el entorno hostil que se produce en sus fronteras del Este (Polonia, Bielorrusia, Ucrania). Igualmente, las autoridades europeas apoyan decididamente este reforzamiento con la visita hace unos pocos días de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen junto al Secretario General de la Otan a Letonia y Lituania.

El asunto parece claro: Europa está dando pasos en su política de defensa ante posturas de fuerza impulsadas por Putin y secundado por los títeres que se mueven en su órbita (Lukashenko fundamentalmente desde la presidencia de Bielorrusia).

El mandatario de esta antigua república soviética, es un personaje que gobierna su país con mano de hierro al margen de los cánones democráticos que rigen en la totalidad de los países de Europa Occidental, creando un panorama de continua inestabilidad en todo el este europeo, cuestión que se agrava con el problema de Ucrania que parece no tener fin y con cuyo país Bielorrusia hace frontera. Que la Unión Europea/Otan está en una campaña de «prevención» firme frente a las apetencias del zar ruso lo corrobora el hecho de que por primera vez la Unión incluya en su programa financiero una partida para gastos de defensa notable, cifrada en casi 14.000 millones de euros. La cosa, pues, parece clara.

El borrador que los 27 miembros de la UE han redactado de cara a la magna reunión del próximo mes de marzo, es aleccionador al respecto: «La Unión Europea (dicen) está rodeada por un panorama de inestabilidad y conflictos. Afrontamos una peligrosa mezcla de agresiones armadas, anexiones ilegales (Ucrania al fondo), estados frágiles, poderes anexionistas (Ucrania y el consumado de Crimea) «. Incide igualmente la llamada «brújula estratégica» en el proceso de rechazo de valores occidentales por parte de China y curiosamente de Turquía, que no olvidemos es un país perteneciente a la Otan (ingresó junto con Grecia en 1952) pero con derivas autoritarias por parte de otro personaje de muy dudoso perfil democrático como es el presidente Erdogan.

Las cuentas de la UE nunca habían dispuesto de un capítulo expresamente reservado para gastos militares de defensa. La cuestión parece sin duda que reviste seriedad y preocupación, máxime si a lo ya expuesto mencionamos que Putin está esgrimiendo sin pestañeo el arma del gas natural como medida y medio de disuasión, sobre todo a raíz del conflicto Argelia-Marruecos y el cierre del gasoducto que arriba a Algeciras y que en este momento está fuera de uso por las disensiones en el norte de África que tan de cerca nos cae para añadir preocupación a un panorama ya bastante incierto.

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