Diario de León

LA VELETA

«Si vis pacem, para bellum»

Publicado por
ROBERTO L. BLANCO VALDÉS
León

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CONOCEN ustedes el clásico brocardo «si vis pacem para bellum» («Si deseas la paz, preparate para la guerra») cuyo sentido no era otro que afirmar la capacidad disuasoria de las armas: si todos tienen la posibilidad de utilizarlas, nadie cometerá la estupidez de iniciar una guerra que podría significar la mutua destrucción. En eso se basó, al final, la guerra fría. ETA ha dado a ese brocardo, sin embargo, otra dimensión, haciendo que lo que los terroristas llaman guerra -los asesinatos, la extorsión y los bombazos- sean la palanca que obligue a las autoridades del Estado democrático a sentarse a negociar para alcanzar lo que los propios terroristas llaman paz: el cese de los crímenes a cambio de la aceptación de sus reivindicaciones delirantes. Los etarras, que están convencidos de que su guerra es él único camino hacia su paz, nos proponen, pues, un trato bien sencillo (dadnos lo que queremos y dejaremos de mataros) y utilizan con tal finalidad una estrategia que hasta un tonto podría comprender: si no negociais o si, ya negociando, no os plegais, reforzaremos la credibilidad de nuestra amenaza asesinando y causando destrucción. Es lo que ayer volvieron a hacer los terroristas en el pueblo francés de Capbreton, donde dos guardias civiles españoles fueron tiroteados cuando, desarmados, salían de un bar con dirección a su automovil. La desoladora tragedia de un hombre muerto y otro con heridas de extrema gravedad no puede hacernos perder la auténtica perspectiva en que se sitúan esos crímenes horrendos: la del reforzamiento de la credibilidad de ETA como grupo criminal, con vistas a convencernos a todos -empezando por nuestros gobernantes- de que sólo es posible acabar con la banda negociando. No hay que ser un lince para concluir, visto ese planteamiento, que todo lo que sea mantener abierta la perspectiva de negociación hacia el futuro contribuye a incentivar el mantenimiento de unas acciones criminales que tienen en la búsqueda desesperada de tal negociación su último -y ya único- objetivo. En los próximos días asistiremos a la ceremonia de dolor e indignación de todos conocida. Pero nadie explicará por qué siguen rechazándose las propuestas parlamentarias para dar por derogado el acuerdo del Congreso en favor de la negociación con ETA, derogación que encerraría hoy el único mensaje político terminante que puede ayudar a la heroica y eficaz labor de las fuerzas policiales: el de que con ETA ya no hay de que hablar, lo que quizá convenza, antes o después, a algunos terroristas de la absoluta inutilidad de sus acciones criminales. Permitirles que piensen lo contrario es la mejor manera de que se sientan animados a seguir.

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