Diario de León

Entrevista | Manuel Ovalle Álvarez | Reportero gráfico de Televisión Española

«En 37 años de reportero no he visto nada tan duro como lo de Haití»

Manolo Ovalle con su cámara, su compañera Almudena Ariza y el motorista que les transportaba.

Manolo Ovalle con su cámara, su compañera Almudena Ariza y el motorista que les transportaba.

Publicado por
R. Arias | Ponferrada
Ponferrada

Creado:

Actualizado:

Manolo Ovalle aterrizó el 13 de enero a Puerto Príncipe tras el brutal seísmo que sacudió el país, acompañado por su compañera de TVE, Almudena Ariza. Un mes después, de reposo en un pueblo cercano a Ponferrada, es incapaz de alejar de su mente lo que se encontró en Haití. Y espera que ni la sociedad ni los gobiernos lo olviden pese a que la tragedia haya dejado de ocupar las primeras de los periódicos o los telediarios.

- Parece más conmocionado de lo habitual en un reportero gráfico con tantos dramas a sus espaldas.

- «En 37 años de trabajo, lo de Haití es lo más duro que he visto. En el avión confieso que esperaba encontrarme algo parecido a lo del mercado de Sarajevo, donde hubo trescientos muertos. Pero ésto me desbordó por completo».

- La gente parece que se ha creado un arquetipo de los reporteros o cámaras de guerra en el que sólo cabe el tipo duro y frío que no aparta el ojo del visor bajo ningún concepto.

- Y es cierto que tenemos que informar y cumplir con nuestra empresa. Y hay algún momento en que lo que piensas es en dejar la cámara y ayudar. Sobre todo cuando descubres los dedos de una manita moviéndose entre los escombros. Pero también allí había profesionales muy preparados que se dedicaban a las tareas rescate. Luego están las otras imágenes cuando dejas la cámara.

- Y un mes después, cuáles son esas imágenes que siguen dando vueltas en su cabeza.

-Las de ese vertedero de escombros total; de los edificios derrumbados. Porque ese vertedero era una gran fosa común. Las máquinas cargaban pedazos de hormigón, hierro y muchos cuerpos humanos. Y cuando descargaban caían los cuerpos y se tapaban con los propios escombros sin cal ni nada. Esas imágenes eran muy duras.

- Y los olores. Dice que recuerda aún los olores. ¿Huele diferente la muerte en un lugar o en otro?

- Es un olor penetrante. En la morgue de Puerto Príncipe, en una explanada, se acumulaban miles de cadáveres sin tapar a 34 o 37 grados. Te tienes que tapar las fosas nasales con Vicks Vaporub para poder resistir. Y vas resbalando entre un reguero de fluidos de los cuerpos. Pero es tu trabajo...

- ¿Diría que la ayuda humanitaria y la cooperación mundial ha funcionado correctamente dentro del caos?

- Al principio no. En el aeropuerto de Puerto Príncipe se acumulaba ayuda de todo el mundo, pero a la ciudad no llegaba o lo hacía a cuentagotas. No quiero que se entienda en menoscabo de los europeos, porque los americanos lo han hecho mal otras veces, pero cuando llegaron las fuerzas estadounidenses vi que tiraban una gran cuerda en línea recta y me pregunté qué hacían. Colocaron a toda la gente sobre esa cuerda, de siete en siete, y les fueron entregando a todos la comida ordenadamente.

- Algunas crónicas nos han relatado escenas de cierta frivolidad entre las propias cadenas de televisión y las principales Oenegés en medio de tanta tragedia. ¿Lo percibió así?

- En algún caso, por supuesto. Yo y mi compañera Almudena Ariza hemos estado durmiendo al principio en el suelo como el resto del pueblo haitiano, aunque luego nos buscamos la vida. Pero llegan Unicef o Médicos sin Fronteras con unos vehículos imponentes y algunos de sus miembros se dedican a sacar fotografías desde la ventanilla con sus teléfonos móviles. Eso puede sonar a frívolo. Aunque yo también lo he vivido de otra manera, porque mi hija está casada con un ciudadano haitiano y me llamó para que buscara a su madre en un determinado barrio. Cuando llegué allí habían muerto 600 personas y me indicaron que los supervivientes estaban desplazados en otra zona. Encontré a mi consuegra y la puse en contacto con su hijo gracias al teléfono de TVE. Resultó muy emotivo, pero cuando estallé en lágrimas fue cuando entre sus pocos enseres me mostró un álbum que conservaba en el que aparecían las fotos de mi hija y de mi nieta.

- ¿Qué diría que necesitan ahora más lo haitianos con mayor urgencia?

- Ahora vienen las lluvias. Tienen agua y medicamentos, pero hay un millón de personas que viven bajo tiendas de plástico. Que duermen y cocinan bajo plásticos, que un día van a incendiarse originando otra gran tragedia. Es importante socorrerles con infraestructura de vivienda. Casas prefabricadas, modulares y poner el acento en la logística.

-¿Por su experiencia en otras tragedias cuánto calcula que tardará la comunidad internacional en olvidarse de Haití?

-Por eso un mes después estoy aquí. Para contribuir a que se recuerde. No podemos olvidarnos de toda esa gente después de 217.000 muertos oficiales. La Asociación Cultural Hispano-Haitiana (www.org), la comunidad haitiana en España, sigue enviando directamente la ayuda de todo tipo. Hay que colaborar con ellos.

tracking