Diario de León

Del último adiós, al bienvenido Pereira

Artistas y miembros de la política y la sociedad berciana rindieron tributo al escritor villafranquino en un teatro que se quedó pequeño ante la expectación despertada por el primer gran homenaje desde su muerte

César Gavela y Carmen  Busmayor leyeron una semblanza personal del escritor y poeta.

César Gavela y Carmen Busmayor leyeron una semblanza personal del escritor y poeta.

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m. j. alonso | ponferrada
Ponferrada

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La sala de butacas del teatro Bergidum, a rebosar de ojos expectantes, y sobre el escenario simplemente dos sillones y una pequeña mesa. Pereira no necesita nada más para adornar su poesía. Así comenzó ayer Una tarde a las ocho. Palabras y música con Antonio Pereira . Con y no para, porque también él estuvo presente, como invitado de excepción, desde el fondo del escenario. Un ciclorama -como si de una puerta al universo paralelo en el que residen los ángeles se tratase- presidió durante toda la noche la sala, una ventana virtual a la que se asomó el ilustre villafranquino ya fallecido entre actuación y actuación, para reflexionar, para dejar constancia de una resurrección proclamada 24 horas antes por su amigo, el otro maestro, el otro poeta, Juan Carlos Mestre. La magia del vídeo permitió el viaje de Pereira al presente, un presente en el que todavía hoy permanece, arropado entre los recuerdos de sus fieles seguidores.

De repente, una danza, la de los gigantes y cabezudos, abrió la acción sobre el escenario y sirvió de banda sonora para las primeras imágenes del homenajeado -los autores de las fotografías escogidas para la gala fueron Luis de la Mata y Robés-. En uno de los sillones se dejó ver una presencia, la del regidor enmascarado y mudo que durante toda la noche sirvió de nexo de unión entre Pereira, el público y los artistas que rindieron tributo a su maestro. Al final de la gala, bajo la luz de saludo y tras despojarse de la máscara, el público pudo ver quien era el misterioso enmascarado, no era otro que el actor Paco González.

Un contundente «vamos con el rollo que es para lo que me han traído aquí», surgido de las cuerdas vocales del mismo escritor de cuentos y poemas desaparecido hace algo más de año y medio, dio pie a la música de un trío de piano, violonchelo y flauta que interpretó una pieza de Weber mientras la ventana virtual del fondo proyectaba imágenes de Antonio Pereira ralentizadas. Este fue tan sólo el principio. Por el escenario pasaron también César Gavela y Carmen Busmayor, que leyeron una semblanza personal del homenajeado; María José Cordero, que interpretó O Chiado , Qué bien huele Portugal , Cuando descanso los ojos y Batalla ; o Amancio Prada, que puso música a los poemas Oporto, Sir , Los regalos , Soy de una tierra fría pero hermosa y Canción de peregrinos con Amancio Prada.

No faltó tampoco Juan Carlos Mestre, la última de las figuras artísticas bercianas en hacer aparición. Con él llegó la fuerza de los versos recitados. « Alabo el tren pequeño: dos vagones de tablas barnizadas, con cristales que cuadran los viñedos, con un timbre de alarma que quizá no suene nunca ». Fueron estas palabras que salieron de la boca del Premio Nacional de Poesía en su segunda intervención, cuando, arropado por el sonido de un tren, recitó, precisamente, El pequeño tren . Antes había hecho lo propio con Meteoros y después con Úrsula ciudad , en homenaje a la viuda de Pereira, presente en la sala.

El sonido de una caja de música anunció el principio del final, mientras Pereira contemplaba impasible el devenir de los acontecimientos. De detrás del escenario salieron los artistas y un «qué lo paséis bien» del escritor villafranquino puso punto y final a una gala cargada de dramatismo, tal y como lo había ideado el director del Bergidum, Miguel Ángel Varela. Tarde a las ocho terminó como había empezado, con emoción contenida.

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