Diario de León

Quince firmas contra la represión

Hace 80 años, los vecinos de Tedejo apoyaron una petición contra las represalias del 34 en las cuencas mineras.

c. sánchez

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v. silván | ponferrada
Ponferrada

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La Ley de Seguridad Ciudadana que pretende sacar adelante el Gobierno de España ha sido calificada de «ley mordaza» por muchos sectores sociales. Pero no es la primera vez que un gobierno democrático acude a la legislación para evitar cualquier tipo de movimiento disidente. Hace 80 años, en la II República, el gobierno de derechas del radical Alejandro Lerroux utilizó la denominada Ley de vagos y maleantes —aprobada en 1933 y conocida como ‘La Gandula’— como la principal arma de represión en la huelga revolucionaria de octubre del 34, especialmente violenta en las cuencas mineras de Asturias y León.

Entonces, se reinstauraba la pena de muerte y se creaban los primeros campos de concentración. Una iniciativa protestada que llevaría a la creación de la Agrupación de Abogados de los Defensores de los Encartados por los Sucesos de Octubre de 1934 (ASO), que se movilizó contra la pena de muerte e inició una campaña de recogida de firmas que llegó a los más recónditos lugares, hasta el pequeño pueblo de Tedejo (Folgoso), donde los descendientes de uno de los firmantes, Antonio Álvarez Uría, encontraron una de esas hojas suscritas por una quincena de vecinos.

«Esa hoja apareció en la década de los 90 del siglo pasado, cuando mi padre estaba ordenando toda la documentación que había encontrado y que hoy es nuestro archivo familiar», explicó el nieto de Antonio, Pedro Álvarez. Apareció guardado en una especie de zurrón de cuero —como el que solían usar los pastores— en el altillo de la casa. «Mi abuelo se lo ocultó a todos y nunca dijo nada de ese documento, no sabemos si por miedo a la represión que siguió a la revolución del 34», cuenta Álvarez.

Se pudo traspapelar y caer en el olvido, oculto entre otros documentos, o bien fue guardado deliberadamente «con la esperanza de que alguien lo descubriera y lo aflorara en tiempos de más certidumbres que aquellos en los que las denuncias eran habituales, no sólo entre los vecinos, sino también entre miembros de una misma familia», valoró Álvarez, preguntándose cómo pudo llegar esta hoja hasta estas gentes de Tedejo, «sencillas y conservadoras», muy alejadas de los líderes de opinión a los que pretendía llegar la campaña de la ASO, que llegó a reunir unas 200.000 firmas.

Sólo una persona podría unir dos mundos tan dispares ideológicamente como el sencillo y conservador de los labradores y el revolucionario de los mineros: el maestro de la escuela de Tedejo, don Luciano. «Lo firma gente de derechas y gente de izquierdas, por lo que la persona que les dio la hoja tenía que tener una ascendencia moral muy importante en ellos y, en aquella época, sólo podía ser el cura o el maestro», puntualizó.

Así pues, quince cabezas de familia de Tedejo firmaron esa petición en favor de todos los presos políticos. «Los que suscriben piden la abolición de la pena de muerte y un trato humano para los que sufren prisión por cuestiones políticas. Solicitan la libertad inmediata de todos para que puedan reintegrarse a sus hogares, donde reina hambre y miseria», recoge el texto del documento aparecido en Tedejo. «Está firmada por la práctica totalidad de los cabezas de familia del pueblo de aquella época, que si multiplicas por una media de seis o siete miembros, son el centenar y pico de personas que vivían aquí en esos años», explicó Pedro Álvarez. «De haber sido descubierto, a mi abuelo y a todos los que lo firmaron los habrían fusilado», añadió

Una dura represión

La represión de la ‘Revolución de Octubre’ fue muy dura. A los pocos días de estallar la revuelta, el Bierzo vivió uno de los episodios que marcarían su crónica histórica: El ‘Cristo Rojo’ de Bembibre. Según recogía la revista La Estampa, «el domingo 7 de octubre, a las once de la mañana, 2.000 mineros de la cuenca del Sil bajaron como un alud de sus altas montañas y se apoderaron de Bembibre». Tomaron el Ayuntamiento, quemaron toda la documentación allí guardad y proclamaron la República Socialista. Después rociaron la iglesia con gasolina y le prendieron fuego.

Fue la república socialista más breve, tan solo duró diez horas, a las que siguieron meses de torturas y abusos que el diputado de Izquierda Republicana por León, Félix Gordón, recogió en un informe para denunciar ante las Cortes la represión que el gobierno de la Ceda desató. «Felix cuenta muchas de esas torturas, algunas de forma muy sofisticada como la de la Guardia Civil de Bembibre, que golpeaba a los presos con la culata del fusil hasta romperles los tendones y las falanges de los dedos de los pies, no podían andar y se veían obligados a arrastrarse», destacó Pedro Álvarez.

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