Diario de León

búsqueda de alternativas a la minería

El ejemplo de la sal de Zipaquirá para el carbón

Los mineros colombianos y las autoridades lograron convertir la crisis de una explotación salina subterránea en un atractivo turístico de nivel mundial, tras estudiar 44 proyectos de ideas, que podría servir al Bierzo.

Lámpara colgada de la galería de sal, con un altar al fondo. M. F.

Lámpara colgada de la galería de sal, con un altar al fondo. M. F.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

MANUEL FÉLIX | BOGOTÁ

La utopía, con empeño e ideas claras y brillantes, llega a convertirse en realidad. Los mineros que trabajaban en el interior de la mina de sal de Zipaquirá, a 40 kilómetros de Bogotá (Colombia), pensaron —como ahora los del Bierzo— que había llegado el fin y el momento de coger la maleta y buscarse la vida en otros valles o planicies. Pero, a unos cuantos se le encendió la bombilla y eso hizo que lo que la mayoría veían como una mina con galerías vacías de sal y sin futuro que vender, otros apreciaran grandes posibilidades de desarrollo económico.

Comenzaba la década de los noventa. La mima está a más de 2.680 metros de altitud, excavada en galerías con profundidades de hasta 180 metros. En 1932, a un directivo del Banco de la República le dio por construir una capilla en el interior, viendo el fervor religioso de los mineros. Aquello fue a más y cuando se iba a cerrar la explotación se decidió que no podía quedar todo eso en el olvido, como está ocurriendo en el Bierzo.

Fue así como se presentaron 44 ideas y en 1990 se eligió el diseño artístico y arquitectónico del bogotano Roswell Garavito Pearl. La ingeniería fue asunto de Jorge Castelblanco Reyes.

La cosa fue y quedó tan bien, que hoy la visitan miles de personas a la semana. Hay días que pasan por sus galerías hasta 4.000 almas, y un concurso público las declaró como la primera maravilla de Colombia.

Al visitar la mina se aprecia una parte de componente religioso católico, pero no se han quedado ahí. Entrar a esta mina supone, por ejemplo, permitirse el esnobismo de tomarse un café colombiano a 180 metros de profundidad, en medio de unas galerías de record, en las que, si pasas el dedo por la pared y lo chupas, todo sabe a sal.

Además del café, pueden comprarse esmeraldas o darse el lujo de disfrutar de unas impresionantes salas de spa relajante, con uso en este caso de productos salinos. Cuenta con una sala de los espejos, una especie de lago salino en el que se refleja el techo de la galería. Por su puesto que dentro de la mina hay un poco de todo, merchandising de la Catedral de la Sal. Impresiona su visita y lo bien organizado que está. En el Bierzo existen tímidos intentos de hacer lo mismo, pero no acaba de llegar el impulso definitivo alternativo a sus minas de carbón.

tracking