Diario de León

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El último pueblo berciano que cambió de ayuntamiento

Villabuena vio cumplido hace 20 años su histórica aspiración de segregarse de Villafranca para formar parte de Cacabelos que le quedaba mucho más cerca

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Ponferrada

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La cabalgata de Reyes organizada en Cacabelos en el año 2000 ya pasó por Villabuena, el último pueblo del Bierzo que ha cambiado de municipio junto con San Clemente. Hace 20 años, la Junta de Castilla y León aprobó su segregación de Villafranca y su inclusión en el Ayuntamiento cacabelense «por razones de proximidad», según explicó el entonces consejero de Presidencia, César Huidobro, que fue quien firmó la orden oficial. Villabuena y San Clemente no eran los únicos pueblos que querían cambiar de municipio entonces en el Bierzo. Vilela y Quintana de Fuseros también lo reclamaban por otras razones, en ambos casos por sentirse discriminados en sus respectivos municipios, aunque la reivindicación de parte de sus vecinos no llegó nunca a tramitarse.

La anexión de Villabuena y San Clemente al Ayuntamiento de Cacabelos fue efectiva el 21 de enero de 1990 después de cuatro años de gestiones y se celebró con una fiesta en el mes de mayo. Quien llegue por carretera a este pequeño pueblo de 196 habitantes entre viñedos y bosques lo entiende a la primera; la vida de sus vecinos se hace en Cacabelos, que está a 4 kilómetros y no en Villafranca, que está en otro valle a 12. «Para todo vamos a Cacabelos, los bancos, el médico, las compras... Fue por proximidad», explica el presidente de la Junta Vecinal de Villabuena, Javier Valentín Fernández Alonso. «Fue por sentido común», añade la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Cacabelos, Inés Díaz, que recuerda que entonces estaba de alcalde el socialista José Antonio Morete.

Villabuena tiene como gran orgullo su monte y su rico patrimonio. Más de 2.000 hectáreas compradas por el pueblo a finales del siglo XIX, hoy plantadas de pinos, encinas y robles con ayudas de la Unión Europea, aunque en los años 60 no era así. «Estaba plantado de centeno», recuerda otro vecino, Domingo Lobato.

Patrimonio
El ‘tesoro’ de este pequeño pueblo berciano es su monte vecinal de más de 2.000 hectáreas

Y es que Villabuena, como tantos pueblos del Bierzo, vivió la emigración en los 50 y 60 del siglo pasado. Se fue mucha gente, la mayoría a Francia. Por eso muchos vecinos saben francés. A Lille y Clermont Ferrand, en el centro de país vecino, a trabajar en la Michelín.

Algunos han vuelto, «pero sólo los padres», se lamenta Javier Valentín Fernández, que muestra orgulloso el rico patrimonio del pueblo, no sólo forestal, que quieren legar a las nuevas generaciones. La iglesia, en lo más alto, guarda una campana fechada en 1776, y hay también restos de una mina romana como Las Médulas. Hasta tal punto la emigración fue el único sustento de sus habitantes que la fiesta de Villabuena se cambió al día de San Justo, el 6 de agosto, «porque era cuando la gente venía a pasar las vacaciones», aclara el presidente de la Junta Vecinal.

Entre casas típicas del Bierzo, junto al arroyo que se llama de la Madre del Agua, sorprende la antigua Casa Pía, con una ermita en honor a Santiago. La fundación ya no existe, pero durante muchos años hizo posible que los habitantes de Villabuena aprendieran a leer y escribir.

«Villabuena nace en la ribera del ría Cúa, «juez de los Ancares», que siempre decide cuáles son sus tierras», señala Inés Díaz echando mano de su rica historia. De ese paisaje quedan el Castro de Villabuena, la mina de oro de Los Lagos, y Los Camaretos encajados en el río. Un ejemplo singular de ingeniería romana en el cauce de un río. Las fuentes documentales de la Edad Media sitúan en Villabuena un palacio de recreo del rey Bermudo II, donde permaneció enterrado hasta su traslado al Real Panteón de San Isidoro. «En números documentación medieval aparece Vilabona como residencia de los merinos y tenentes del Bierzo, y aquí se construye un influyente monasterio de Santa María, obra de la reina Doña Teresa al amparo de su ex esposo Alfonso IX», añade la concejala, también historiadora. Villabuena fue Villa y Buena, y sigue siendo un lugar con encanto. El invierno hace que por sus calles no pasee mucha gente a la espera de ese mes de agosto que llena todas las casas.

La concejala Inés Díaz y tres representantes del pueblo de Villabuena, el pasado jueves. L. DE LA MATA

 

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