Una historia para contar solo en primera persona
Younoussi estará dos días en el Bergidum con «14.4», adaptada a tres manos con Botto y Peris-Mencheta

Momento de la obra, en una imagen facilitada por la dirección del Bergidum.
«14.4» explora, desde un lenguaje descarnadamente realista y a la vez indisimuladamente lírico y poético, el viaje que separa dos mundos que viven a tan solo 14.4 kilómetros de distancia. Un viaje que el actor de origen marroquí Ahmed Younoussi hizo siendo un niño y que ahora cuenta en primera persona sobre los escenarios a partir de una dramaturgia escrita a tres manos con Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta. La función se verá en el Bergidum los días 14 y 15 febrero. Al finalizar la función del día 14, Younoussi mantendrá un encuentro con el público.
14.4 es la distancia en kilómetros que separa la costa de África de España. Un viajero europeo invierte poco más de una hora en recorrer esa distancia en ferry. A un africano sin recursos le cuesta bastante más. Esa distancia subjetiva es el punto de arranque de esta producción cuyo relato no es un cuento, es la realidad de Younoussi, un niño marroquí que escapa del maltrato familiar para sobrevivir en las calles de Tánger. Allí llegarán aventuras, sueños y desventuras y una obsesión que lo recorre todo: cruzar a España. Una España que es vista como el paraíso en la tierra, el final del camino, la Ítaca con la que sueña todo viajero.
Ahmed consiguió cruzar con 9 años a la península escondido en un camión. Y aquí, en la tierra prometida, llegará otra odisea que se aleja de lo soñado, pero que no está exenta de sentido del humor, aventuras, redes de solidaridad y finales inesperados.
El origen de este montaje es una promesa. Fue en 2009, durante el rodaje de un cortometraje inspirado en la historia de Ahmed Younoussi, que entonces tenía 17 años. Ahmed había ido al set acompañado de su tutor legal para asesorar al actor protagonista, que no se presentó. Younoussi terminó interpretando el papel y compartiendo rodaje con Perís-Mencheta, quien le busca una beca en la escuela de interpretación de Cristina Rota y le promete que algún día él mismo se subirá a un escenario a compartir su relato con el público.
El actor, de 35 años y padre de un hijo, que actualmente alterna la interpretación con su trabajo de transportista, es pura verdad. En él no hay trampa ni cartón. De ahí que se meta al público en el bolsillo desde su primera y sorprendente aparición, destaca la dirección del Bergidum al describir la obra.