Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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EN FÚTBOL, yo he sido siempre muy infiel. He ido de unos equipos a otros. Primero me hice del Real Madrid porque casi todos los niños lo eran entonces. Y porque en sus filas jugaba Di Stéfano. Esto sucedió en los años que siguieron a las cinco copas de Europa. Mucho hablábamos de Di Stéfano entonces, el jugador que siempre preferí. Y también de Puskas y de Gento. Tiempo adelante dejé al Real Madrid. Me abrumaba su poderío, el favor de los árbitros, sus goles en el último minuto y aquella falacia de que sabía buscar la suerte. Estaba naciendo en mí el sentimiento de injusticia, y me pasé al enemigo. Al Atlético de Madrid. Fui durante años seguidor de este club, aunque sin pasión. Me gustaban Adelardo, Gárate, Collar... Y también me atraía que fuese el equipo pobre de Madrid, dentro de un orden. Y ahí aguanté hasta que subió a primera división el Pontevedra. Me parecía prodigioso que una ciudad tan pequeña pudiera tener un equipo en la categoría máxima. Me enteré entonces de que algunos de sus jugadores eran taxistas o estudiantes. Luego, el domingo, se vestían de granate y le ganaban al Real Madrid. Por aquel tiempo estuve unos días en Pontevedra, ciudad por la siempre he guardado un afecto grande, la ciudad de Castelao y de Amado Carballo, y me acerqué, emocionado, al campo del Pasarón. Y hasta me llevé una de sus piedras, como reliquia. Sé que esto parece una broma pero es rigurosamente cierto. Sucedió en agosto de 1969. Luego el Pontevedra bajó y me pasé al Celta, por vecindad. Pero pronto recalé en el Sporting, por aquello de ser hijo de asturianos. Y por Morán, Quini y Ferrero. Y también fui, a rachas, del Real Oviedo. Del Oviedo y del Spórting a la vez, ¡qué atrevimiento!. Después me fui enganchando al Valencia, aunque no fue un amor a primera vista. Incluso lo suspendí para ser durante dos años de la Real Sociedad. Pero volví al Valencia, que ya es una costumbre en mí. Y que me ha hecho disfrutar mucho en sus penúltimos cinco años, tan aguerridos y victoriosos. Este curso me pasé un poco al Levante, aunque si baja, como sospecho, lo dejo. Y después de tantas infidelidades vuelvo a los orígenes, vuelvo al primer amor, que 40 años no es nada. Al amor de la Deportiva, que nunca perdí, y que, en el fondo, fue la causa de tantas deslealtades. Soy de la Deportiva, siempre averiguo su resultado de cada domingo, y en mí perviven las emociones que sentí de niño en el campo de Santa Marta. Y después de todo eso, que venga la segunda división. Ese delirio joven y antiguo a la par, tantas décadas ensoñado.

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