Diario de León

LA FRAGUA DE FURIL

A Carmelo Gómez

Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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DESDE la primera vez que vi a Carmelo Gómez en una película, me pareció que era un buen actor. No recuerdo ahora la primera película en que lo vi. Tal vez fuera en «Vacas» de Medem. Ahora, que he tenido la ocasión de verlo de cerca, me resulta aún más fascinante su manera de interpretar. Gracias, Miguel, por ofrecerme la posibilidad de verlo tan de cerca el pasado jueves en el teatro Bergidum de Ponferrada. Además de buen actor, capaz de captar lo que respira el público a la vez que actúa, es un tipo amable, con quien se puede conversar. Se alegra uno mucho de que un actor de nuestra tierra haya tenido tanta proyección. Y esperamos que la siga teniendo. Su papel como Duque de Otranto en La Cena es espléndido, mérito que debemos atribuir no sólo al propio Carmelo Gómez sino también a su compañero de batallas en la obra, y director de la misma, el genial Josep María Flotats, que borda el papel como príncipe de Benevento, con esa su actuación cínica y bien francesa en lo tocante a la prosodia. En realidad, ambos establecen una contienda dialéctica impresionante, basada en unos diálogos ingeniosos, impregnados de fina ironía, y unos movimientos precios en escena. La precisión de Carmelo es extraordinaria. La Cena resulta una obra brillante por la interpretación de sus estrellas, Flotats y Gómez, que en definitiva no hacen más que representar «el vicio apoyado en el brazo del crimen». Grandes temas y papeles para actores no menos grandes. Como se ve de veras al actor es subido sobre un escenario, aunque conviene señalar que la interpretación varía en función del medio, y no es lo mismo la interpretación teatral que la cinematográfica, pues en el cine no son necesarias las exageraciones gestuales, salvo que hablemos del cine mudo, entre otros el expresionismo alemán, debido al primer plano y a los movimientos de cámara, que pueden acercarnos el rostro del actor de forma que tengamos la posibilidad de observarlo hasta en los mínimos detalles cual si fuera su alma, como ocurre con el rostro de la actriz María Falconetti en «La pasión de Juana de Arco» de Dreyer. La actuación de Falconetti es una de las mejores del cine mudo. Tampoco en el cine es necesario que el actor hable a los gritos debido a la microfonía puesta a su servicio, aparte de que en la fase de postproducción se pueden cambiar y modular las voces. Algo que no ocurre en el teatro, donde el actor se enfrenta de un modo directo con la realidad y su representación. Y Carmelo Gómez, al igual que Flotats, se han enfrentado con gancho.

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