Diario de León

Fábricas de viento, máquinas de lluvia

El Museo de las Cofradías acoge una exposición sobre la ingeniería del teatro antiguo con artilugios reconstruidos por los restauradores del Teatro Cervantes de Alcalá de Henares

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Carlos Fidalgo - ponferrada
Ponferrada

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La lluvia, el trueno, la mar embravecida. El estruendo de la batalla, la tormenta, que se nos viene encima... Todo eso encierra desde ayer el Museo de las Cofradías, convertido en una suerte de guarida donde se desvelan los secretos de una forma de hacer teatro que ya no existe a todo aquel que se atreva a cruzar el umbral. «El escenario de la ilusión» es el título de la muestra sobre la escenografía del teatro barroco, centrada en los efectos de luz y sonido, que la empresa de restauración Antiqua Escena ha montado en la antigua iglesia de San Antonio de Ponferrada, dentro de los actos del décimo aniversario del Teatro Bergidum, y que puede visitarse hasta el próximo 23 de octubre. Y no es para menos, porque dentro de las paredes del templo se esconde un poco de magia. La que sale de máquina de hacer viento, de los artilugios que fabrican la lluvia, que invocan a la tormenta, o que sobrecogen el ánimo con el fragor de la batalla. Aparatos de madera y latón, de chapa y de telas de algodón que otro tiempo servían para recrear entre bastidores los fenómenos de la naturaleza y que gracias al trabajo de Miguel Ángel Coso y Juan Sanz -restauradores del antiguo Teatro Cervantes de Alcalá de Henares- recuperan un arte que se ha ido perdiendo a medida que las nuevas tecnologías sustituían los efectos de luz y sonido, pero que mantiene intacto su capacidad de fascinación. Sólo así se explica que el rozamiento de unas bolitas de plomo pueda sumergir al espectador en un chaparrón de lluvia, o que la fricción de una tela sobre los canales de una rueda se convierta en un vendaval. El viejo arte que recoge la Enciclopedia de D'Alembert y Diderot y los tratados de Nicolás Sabatini pervive en la muestra en forma de candiles y candilejas que proyectaban las sombras de los actores sobre el escenario o traían la noche de golpe. De zurrumblas que ya usaban en el Paleolítico para llamar al ganado blandiendo una cuerda atada a un madero y que los tramoyistas descubrieron que imitaba al sonido viento. O barriles llenos de piedras que giran sobre su eje, como propone Cervantes en una acotación de su obra La Numancia . Hojas de latón que envuelven al público con el rumor de la tormenta. Palos de lluvia que esconden semillas de cactus en sus oquedades. Carracas y matracas. Y columnas salomónicas movidas por una manivela para simular las olas del mar. Todo un repertorio de artefactos que se permite tocar y que demuestran que el teatro, mucho antes de que llegara el cine y la informática, fue la primera fábrica de ilusiones que alimentó la imaginación de los espectadores. Lugar: Museo de las Cofradías. Horario: De 11.30 a 13.30, y de 18.30 a 20.30 (laborables). Y de 12 a 14 y 18 a 21 festivos. Entrada libre. Se ruega tocar las piezas.

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