Diario de León

La Fiscalía mantiene 3.498 años de prisión para los acusados de atentar contra la casa cuartel de Burgos

El juicio queda visto para sentencia, después de que los acusados rechazaran de nuevo declarar

Los miembros del comando Otazua, ayer en la Audiencia Nacional.

Los miembros del comando Otazua, ayer en la Audiencia Nacional.

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ICAL

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La Fiscalía mantiene la petición de 3.498 años de cárcel para cada uno de los tres presuntos autores del atentado contra la casa cuartel de Burgos, cometido en julio de 2009 y que dejó 145 heridos e importantes daños materiales. El juicio quedó hoy visto para sentencia, tras la exposición de conclusiones, en las que el Ministerio Fiscal expone que Daniel Pastor, Iñigo Zapirain y Beatriz Etxebarria cometieron 145 asesinatos terroristas en grado de tentativa con la agravante de alevosía, porque buscaron la “indefensión” de sus víctimas al tiempo que aseguraron su huida.

“Solo la suerte” impidió que los asesinatos fueran consumados, aseguró la fiscal en su turno de conclusiones, ya que el escenario que dejó la bomba fue “devastador”, como un “campo de batalla”, añadió, citando a los peritos de la Guardia Civil que intervinieron en la primera jornada de este juicio celebrado en la sección tercera de la Audiencia Nacional en su sede de San Fernando de Henares, en Madrid.

La Fiscalía mantuvo que los hechos han quedado perfectamente acreditados, por las declaraciones que hicieron en sede policial tanto Etxebarria como Zapirain (éste las ratificó luego en sede judicial), en las que reconocieron su participación y la de Pastor, y aportaron un relato que luego se ha ratificado en la investigación.

En este sentido, la fiscal pidió al tribunal que valorara el silencio de los acusados durante la vista ya que, ante las pruebas y los testimonios presentados, pudieron defenderse y no lo hicieron. Hoy, los tres acusados renunciaron a su turno de última palabra y su abogada defensora declinó, también, “por expreso deseo” de sus defendidos presentar un informe de conclusiones finales. Se limitó a afirmar que las declaraciones de los acusados fueron hechas bajo torturas y malos tratos. A este respecto, tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado dejaron claro que las denuncias por torturas que en su día presentaron dos de los acusados fueron archivadas, y que el propio Zapirain reconoció ante el juez instructor que “el trato recibido por parte de la policía había sido bueno y correcto”.

Una de las acusaciones particulares, que representa a 118 víctimas -entre ellas 25 niños- , mantuvo que “ETA buscó ataúdes blancos”. No se conformaron, a juicio de esta acusación, con atentar contra los guardias civiles. En ese caso, explicó el letrado, habían programado la bomba para que hiciera explosión por la mañana, ya que las dependencias de la Oficina de Policía Judicial están situadas en la planta baja y “no hubiera quedado ni un solo guardia civil vivo”. Pastor, Zapirain y Etxebarria, integrantes del comando Otazua de ETA, iban buscando “el asesinato, la masacre y los ataúdes blancos”. Los niños, indicó, tienen aún “dificultades para conciliar el sueño” y traumas psicológicos que se reflejan en que “cuando les piden después de las vacaciones que hagan un dibujo de lo que han hecho pintan un edifico en llamas”.

Las diferentes acusaciones mantuvieron el mismo relato de los hechos que hicieron al iniciarse el juicio. Los terroristas viajaron e 28 de julio de 2009 desde la localidad alavesa de Murguía hasta Burgos en dos vehículos, Etexberría y Zapirain en un Ford Fiesta azul que debía hacer las veces de lanzadera (asegurando que el trayecto estaba libre), y Pastor, al volante de una furgoneta Mercedes Vito, repintada de blanco por los terroristas y provista de matrículas dobladas, similar a la de un vecino de Burgos para evitar que levantase sospechas. Fue Pastor quien, según las acusaciones, aparcó la furgoneta con la bomba de 700 kilos de amonal en su interior en un descampado situado junto a la fachada trasera del acuartelamiento de Burgos. Tras abandonar la furgoneta bomba con un temporizador programado para las cuatro de la madrugada del día siguiente, Pastor se dirigió a una parada de taxis cercana y tomó uno de estos vehículos que le llevó a la localidad de Rubena. Allí le esperaban los otros dos terroristas para emprender la huida hacia Bilbao.

El artefacto hizo explosión, como estaba programado, a las cuatro de la madrugada del 29 de julio de 2009 dejando un saldo de 145 heridos e importantes daños materiales en el cuartel, que quedó prácticamente destrozado, y en un perímetro de unos 600 metros.

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