Diario de León

Cinco debates, que no uno, sin la menor bronca

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La andanada pedro vicente

Por su formato reglamentario, el debate de investidura que precede a la elección del presidente de la Junta constituye en la práctica una sucesión de debates bilaterales mantenidos, uno a uno, por el candidato con los portavoces de cada uno de los grupos parlamentarios. Pese a que era la quinta ocasión en la que Juan Vicente Herrera afrontaba dicho trance, la de ayer no tenía parangón con las cuatro anteriores. Y no tanto porque el candidato no dispusiera de antemano de mayoría absoluta, circunstancia a la postre solventada con la abstención de Ciudadanos. Se daba la circunstancia de que todos los portavoces de la oposición se estrenaban en un debate de esta naturaleza, lo que hacía un tanto imprevisible —simplemente por inédito— el desarrollo de la sesión. Sin embargo, las casi cinco horas de confrontación parlamentaria discurrieron en un ambiente de exquisita corrección. Ni una sola llamada al orden tuvo que realizar la presidenta de la Cámara. Y no es que la oposición no se empleara con dureza —que lo hizo, especialmente PSOE y Podemos— , sino porque Herrera decidió soportar de buen grado todo un rosario de reproches y críticas. No es que no respondiera, pero lo hizo en un tono extremadamente mesurado, en ocasiones incluso amable.

«El problema suyo no es de legitimidad, sino de credibilidad», le espetó a Herrera el socialista Luis Tudanca, para quién el discurso-programa del candidato a la investidura es el reconocimiento implícito de un fracaso político. Pese a su desacuerdo en casi todo —incluso en la estrategia a seguir en lo que están de acuerdo, como el apoyo a la minería del carbón— ambos están obligados a entenderse en la reforma del Estatuto de Autonomía y el desarrollo de la Ordenación del Territorio, prioridades básicas en la nueva legislatura.

Paro, pobreza y despoblación. Esas son las tres lacras señaladas por el portavoz de Podemos, Pablo Fernández Santos, quien desgranó un discurso bien estructurado en el que corresponsabilizó al PSOE de la situación de «emergencia social» que a su juicio vive la comunidad. Y Herrera, que definitivamente no estaba por la bronca, no tuvo con él mayor roce que el derivado de la doble y contradictoria propuesta programática de Podemos respecto al sector del carbón.

Si con los dos partidos más críticos con su gestión, el candidato se mostró de lo más cordial, su actitud hacia el portavoz de Ciudadanos, Luis Fuentes, rozó la obsequiosidad, al extremo de confesar que le hubiera gustado un acuerdo de mayor alcance. Fuentes se colgó la medalla de la «regeneración democrática» y anunció una oposición constructiva al servicio de lo que denomina «un cambio sensato».

No se le notó nada impresionado al nuevo procurador de IU, José Sarrión, el único portavoz parlamentario que no leyó su intervención. El apoyo a los trabajadores en conflicto, empezando por los de Itevelesa, la reivindicación del empleo digno estable y la defensa de los servicios públicos fueron sus cartas de presentación. Y como no podía ser de otra forma, el nuevo procurador de la UPL, Luis Mariano Santos, reivindicó el credo leonesista en una intervención en la que respiró por la herida del frustrado pacto con el PP. Otras ocasiones habrá, vino a decirle el condescendiente candidato hoy reelegido por quinta vez como presidente de la Junta.

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