Diario de León

El puente de la Inmaculada es cuando más cerdos se matan en la región

Decae la matanza, pero sobrevive en Salamanca, Zamora y León

La comodidad, los controles sanitarios y el despoblamiento rural provocan la caída de sacrificios

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efe | zamora

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Numerosos pueblos de Castilla y León celebran estos días la tradicional matanza del cerdo, una costumbre que cada vez es menos frecuente ya que el número de sacrificios domiciliarios se reduce cada año de forma espectacular en muchas zonas rurales de la región. No obstante, provincias como Zamora, León y Salamanca figuran entre las que mejor mantienen esta tradición, y con motivo del puente de la Constitución y la Inmaculada son numerosas las familias de que aprovechan para realizar el sacrificio anual, un acontecimiento que ha constituido durante años el principal sustento de las familias en las zonas rurales. Asistir a una matanza al estilo tradicional es cada vez menos frecuente, ya que el número de sacrificios domiciliarios es cada vez menor en los pueblos en los que tradicionalmente éste era un acontecimiento más que cotidiano en los meses de invierno, lo que lleva a que muchos pueblos organicen matanzas populares para que el público pueda contemplar esta tradición. A pesar del descenso, Zamora es una de las provincias de Castilla y León, junto con León y Salamanca, en la que mejor se mantiene esta tradición, aunque «en apenas unos diez años, las matanzas domiciliarias se han reducido en más de 19.000 en la mayoría de los pueblos de esta provincia», según señaló la veterinaria Agustina Lozano. La provincia de Zamora ha pasado de los casi 40.000 cerdos sacrificados durante la campaña 1990-1991 a los poco menos de 15.000 marranos que se mataron en el periodo 2000-2001 o los 10.000 ejemplares del pasado 2001-2002. Los vecinos de los pueblos son conscientes de que esta práctica está descendiendo y desapareciendo debido a «los nuevos hábitos de vida, por razones legales, sanitarias o por la comodidad de comprarlo todo hecho», y afirman que cada año que pasa son menos los cochinos que encuentran la muerte en el banco mediante una matanza al estilo tradicional. Las gentes, que se lamentan de ésta pérdida, apuntan que también influye el hecho de que cada año hay menos gente en las zonas rurales para hacer la matanza y aseguran que «criar un cerdo para el consumo familiar se ha convertido casi en un privilegio al alcance de unos cuantos».

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