«Villalar debería incorporar las aspiraciones de León»

Después de una larga carrera política, el que fuera el primer presidente de la Junta, Demetrio Madrid (1936, Villaralbo -Zamora-), recala de nuevo en la comunidad para ocupar un puesto que le corresponde por méritos propios: el de miembro del recién estrenado Consejo Consultivo de Castilla y León, destino que, lejos de asumir como una jubilación tranquila, encara con renovada ilusión. -¿Cuáles son los objetivos con los que llega al Consejo Consultivo? -Creo que a lo largo de mi vida he estado en todas las trincheras, desde la construcción del Estado de las autonomías hasta, más recientemente, mi labor parlamentaria en el Senado, pero siempre he estado recibiendo las quejas de los ciudadanos con respecto a las instituciones. Ahora, intentaré hacer lo mismo desde una institución tan importante para Castilla y León como es el Consejo Consultivo. -¿Asume éste como su último destino o todavía podría haber más trincheras? -Sinceramente, en todos los trabajos en los que yo he estado me he entregado con todas las consecuencias. Sin embargo, si no me han convencido, no he dudado en dimitir, algo que me ha pasado hasta cuatro veces a lo largo de mi vida profesional. Por ejemplo, de la propia presidencia de Castilla y León. Por lo tanto, si no me sintiera atraido ni viera que vale la pena el servicio que estoy haciendo, no duraría ni cuatro minutos más. -Ahora que ha vuelto entre tantas muestras de reconocimiento, ¿qué opina de las muchas críticas que se le hicieron cuando se marchó? -Yo creo que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Es cierto que he visto reconocimiento en algunas personas que en su momento fueron críticas conmigo, y yo lo comprendí, pero también tengo que comprender que ahora lo hacen de buena fé. Yo creo que han ordenado los acontecimientos en lo que yo llamo el esquema mental de cada uno. Si hay contradicciones, ellos lo sabrán. -José María Aznar también es miembro nato del Consejo Consultivo, ¿le gustaría tenerlo como compañero? -Sería muy duro. La verdad es que no me haría ninguna ilusión, aunque por supuesto, son las reglas del juego y las aceptaría. -¿Tiene alguna fórmula mágica para construir la comunidad de la que siempre habla? -Para empezar, yo creo que lo del sentimiento autonómico no es una cuestión homologable, con lo que se entiende en otras comunidades puesto que nosotros siempre hemos compartido muy bien la condición de españoles con la de ser castellanos y leoneses y con la de leoneses, zamoranos, etc. No tenemos ese conflicto y por lo tanto tampoco tenemos esa exaltación del sentimiento autonómico que existe en otras comunidades. Creo que no se puede medir la conciencia regional. -En cualquier caso, ¿cómo habría que avanzar en la construcción de ese sentimiento autonómico? -Yo sigo insistiendo en que hay que conseguir que los ciudadanos se incorporen al proyecto, y para ello hay que abrir cauces: desde las universidades, desde las instituciones, etc. Además, yo creo que es muy importante que nos conocieramos más, que la gente del Bierzo se «intercambie» con Béjar, etc. -¿Y cuál sería su consejo para acabar con las tensiones que sin duda existen entre León y Valladolid? -Yo creo que eso ocurre en todas las comunidades, incluido el País Vasco. Considero que León tiene una evidente fuerza económica.