Diario de León

«El sindicalismo de León fue uno de los más combativos en su momento»

Desde el año 1997 es secretario regional de UGT, pero su andadura sindical comienza mucho antes, en los años 70, lo que le ha permitido vivir en primera persona momentos históricos

El secretario general de UGT, Fermín Carnero, se prepara para abandonar la secretaría regional

El secretario general de UGT, Fermín Carnero, se prepara para abandonar la secretaría regional

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Rosa Masegosa - valladolid
León

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Como cada mañana, Fermín Carnero llega con la pipa en la boca a su despacho vallisoletano después de recorrer los más de 120 kilómetros que le separan de su casa, en León. Tras 25 años como sindicalista y a punto de entregar el testigo a un nuevo secretario general de UGT, está convencido de que debe bajar el ritmo de actividad aunque no se ve «pasando las mañanas frente a una obra». -Sin duda, es hora de hacer balance de su andadura sindical¿ -Desde mi perspectiva personal, el balance es absolutamente positivo. Cuando yo comienzo en las lides sindicales, en los años 70, en plena transición, el sindicato prácticamente no existía. Éramos como un grupo de visionarios que nos reuníamos en bares hasta que tuvimos el primer local, en la calle 4 de abril. Era como este despacho y allí cabía toda la organización. Quizá porque lo he vivido en primera persona, pero creo que han sido los 25 ó 30 años más excitantes de la historia reciente de este país: el fin de una dictadura, la transición, el primer gobierno democrático, la alternancia¿ -También habrá habido momentos duros¿ -Un sindicato no es un lugar para personas que quieran tener una vida apacible. Yo siempre digo que el sindicato es el parque de bomberos laboral, porque permanentemente estamos apagando fuegos. En esa línea, hay que recordar que durante los primeros años hubo conflictos laborales muy serios. La minería leonesa era un auténtico volcán. Pasábamos de una etapa de total represión a otra en la que demandábamos todos los derechos y todas las libertades. Todo eso se complicaba además porque estábamos en una especie de estrategia por la afiliación, lo que producía auténticas batallas sindicales. Sin embargo, todo se compensaba con el talante absolutamente ilusionado y voluntarista de los que conformábamos aquella primera hornada. -¿Qué diferencias destacaría entre aquel primer sindicalismo y el que existe ahora? -Son radicalmente diferentes. Se ha perdido porcentajes de ilusión y voluntarismo. La gente es mucho más reflexiva, mucho más en contacto con la realidad, lo que no sé si es bueno o malo, frente al sindicalismo de barricada de aquella época. Ahora el sindicalismo se ha vertebrado dentro de la sociedad y hemos tenido que incrementar la capacidad de conocimiento de los sindicalistas y dotarles de apoyo. De ahí que las comisiones ejecutivas se hayan dotado de gabinetes técnicos, etc. Antes veníamos de un silencio sindical y tuvimos que aprender a base de golpes. -¿Qué anécdotas de aquella etapa guarda en su álbum personal? -Yo prácticamente me «desteté» durante el conflicto laboral en la minería de León de los años 80. En un momento determinado de aquel conflicto, en Fabero concretamente, los mineros encerraron en el fondo de la mina a un ingeniero y a dos facultativos. Cuando nos enteramos, salimos disparados en los coches para meternos en la mina, sacar a aquellas personas y quedarnos nosotros como rehenes en el fondo de la mina. Éramos de UGT, de Comisiones y un parlamentario. Y allí estuvimos encerrados prácticamente tres días, a 300 metros de profundidad. Fueron situaciones muy duras. Fruto de aquel conflicto hubo detenidos y momentos de gran tensión. Yo veía a los mineros abriéndose la camisa y empujando los cañones con el pecho. Incluso un minero se prendió fuego¿ Había que vivirlo. Ahora los conflictos se anuncian, funcionan las mesas de negociación y lo que llamamos el diálogo social. La situación es sin duda mejor porque hemos logrado evitar la conflictividad innecesaria. -¿Cómo fue esa adaptación a la etapa del diálogo social? -La mayor parte de los sindicalistas se han acomodado a esta nueva dinámica sindical, aunque, por supuesto, quedan algunos nostálgicos que nos llaman blandos. Puede decirse que se empieza a hablar de diálogo social en el año 1987-88, momento en el que empiezan a cambiar las cosas en el funcionamiento interno de los sindicatos y también comienza la interlocución con los gobiernos. Sin embargo, yo sólo entiendo el diálogo social como el que comenzó a partir de la legislatura de Juan Vicente Herrera. La palabra diálogo social se emplea para todo, pero yo pienso que antes de Herrera, lo que había eran discursos de moqueta. -¿Y cómo era el sindicalismo en la provincia de León durante aquellos primeros años? -Hasta la «regionalización» de UGT, en León el sindicalismo estaba muy condicionado por su estructura productiva. Entonces, el sector minero era potentísimo, casi el 30% del total, y también uno de los más conflictivos. León fue una provincia muy luchadora y gracias a ello logró importantes convenios, como el de la hostelería. Recuerdo conflictos como el del Hotel San Marcos o huelgas muy largas que nos obligaban incluso a tener víveres almacenados en el sindicato... Sin duda, León fue una de las provincias más combativas en aquellos momentos. ¿Cuál es el estado de salud del diálogo social actualmente? -Aunque el estado de salud de un individuo sea bueno, también es cierto que puede tener un catarrazo. Y yo creo que en este momento hay un catarro porque hay una cierta paralizaciónde una serie de temas a los que no nos acaban de dar respuestas y, lo que es peor, tampoco fechas. Por eso, empiezo a estar preocupado. Y también porque coincide con un cambio de talante de quien lideraba todo ese proceso, que era Juan Vicente Herrera. Yo creo que Herrera estaba pendiente y obligaba a estar pendiente a sus consejeros del diálogo social, pero ahora está ocupado en otras cosas. Se ha convertido en el «Rajoy bis» y está mucho más pendiente de atacar al Gobierno nacional que de los problemas de Castilla y León. -Agustín Prieto aspira a dirigir el sindicato. ¿Qué consejo le daría? -Más que consejo, me gusta hablar de recomendaciones. Yo a cualquier secretario general le diría que le ponen al frente de la organización para tomar decisiones. Esta organización ni es asamblearia ni podemos como los partidos rurales antiguos, que llamaban a concejo para preguntar qué había que hacer. Donde se debate si lo que hacemos está bien o mal es en los comités regionales y en los congresos, que son los que analizan la gestión y deciden si te dan la confianza. Por tanto, debe ser capaz de rodearse de un buen equipo y formar una comisión ejecutiva con verdadera capacidad ejecutiva, es decir, capacidad de tomar decisiones y de ejecutarlas.

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