Diario de León

El invento del maligno

Generación Ni Ni

Publicado por
josé javier esparza
León

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Lástima que Generación Ni-Ni haya terminado en el tópico «edredoning», o sea, el calentón sub-mantita de todo concursante de -˜reality-™ que se precie. Lástima, digo, porque la idea del concurso estaba bien: examinar a una generación perdida, que ni estudia ni trabaja, y ver qué tiene en la cabeza. Pero al final, La Sexta ha terminado donde todos: buscando los genitales para levantar audiencia (con nulo resultado, por cierto: sólo un 5,1% de share la otra noche). Pero dejemos lo de abajo y vayamos a lo de arriba. Así, entre usted y yo, y ahora que no nos oye nadie, le confesaré una cosa: cada vez estoy más convencido de que, en materia de educación, llevamos veinticinco años haciendo las cosas al revés.

Toda esta ganga de la educación en valores que venimos salmodiando desde los ochenta no ha servido absolutamente para nada. La gente, sí, se ha llenado la cabeza -y la boca- con ecos abstractos de conceptos como solidaridad, tolerancia, paz y demás repertorio del catecismo buenista (con perdón de don Gustavo Bueno), pero, a la hora de la verdad, nanai, o mejor dicho, niní. No hace falta observar a los chicos de Gran hermano o Generación Ni-ni ; basta mirar las cifras, incluidas las de violencia entre sexos. Y lo que es peor: no sólo el asunto de los valores ha naufragado, sino que el otro polo de la ecuación, que es la cosa educativa, ha ido de mal en peor, de forma que ahora estamos ante una generación ni más moral ni más preparada que las anteriores. O sea: ni-ni.

Los políticos, por supuesto, acostumbran a rascar la barriga del pueblo con hermosas frases del tipo «la generación más preparada de todos los tiempos». Pero luego, en la intimidad, te dicen lo que todo el mundo sabe y ve.

Y como ahora quedan un par de años para las elecciones -salvo que la crisis pase factura en Moncloa-, no estaría de más que se tomaran en serio el tema. Pueden ver un par de programas de Generación Ni-Ni . Constatarán que no sólo es urgente resolver el problema de los jóvenes, sino también el de la mentalidad de quienes hacen programas de televisión.

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