Diario de León

El invento del maligno

Ministros

Publicado por
José Javier Esparza
León

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N o es por andar pisando callos, pero me concederá usted que últimamente el nivel medio de nuestros ministros de Cultura deja bastante que desear. Uno creía haberlo visto todo cuando aquello de pixit y dixit con Carmen Calvo, pero he aquí que su sucesora ha ido todavía más lejos. ¿Cómo? Hablando elogiosamente de Belén Esteban. Fue en el Festival de Cine de Málaga. Allí la ministra del ramo, Ángeles González-Sinde, se mostró partidaria de rodar un telefilme sobre Belén Esteban, porque «seguramente es interesante, porque ha tenido una vida muy especial, que muy pocas personas podemos vivir situaciones como las que ella vive, y una película seguro que sería interesante». La señora ministra, que es profesional del sector, no ha considerado nunca «interesante» la vida de María de Molina, la condesa Ermesenda, doña Toda o María Pineda, ausentes de su filmografía, pero sí le parecería apropiado llevar a la pantalla la vida de Belén Esteban. Suponemos que si es con subvención oficial, mejor que mejor, ¿no? La revelación es «interesante», que diría la ministra, porque explica muchas cosas del actual cine español. Pero también explica, además, muchos de los males de la cultura social española, que se está convirtiendo en la más ceporra de Europa. La señora ministra no ha tenido nunca palabras elogiosas para ningún otro personaje público español, menos aún para gentes de la cultura que no sean de su cuerda, pero se apresura a dejar claro que a ella Belén Esteban le cae muy bien.

Lo mismo hace poco Pedro Zerolo, para general alborozo de Sálvame, el prestigioso contenedor cultural de Telecinco. ¿Qué les pasa a estos políticos, capaces de bailar el agua a la telebasura con tal de parecer simpáticos a las masas? Síntoma relevante. A lo que estamos asistiendo es a la simbiosis, maridaje, sintonía, o como lo quiera usted llamar, entre una cierta elite del poder «mediático, financiero, político» y la estrategia comercial de ese circo permanente que es la televisión. En la vieja Roma pasó algo parecido a esto. Lo que vino después no fue especialmente agradable.

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