Diario de León
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boquerini
León

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El invento del maligno

Antena 3 ha estrenado en plena canícula su nuevo reality, Adivina quién viene a cenar , uno de esos espacios de cámara oculta, de origen italiano y título inspirado por una famosa película de Katharine Hepburn y Spencer Tracy que ni hartos de vino emitirá nunca Antena 3. El tema es sencillo. Se necesita a un famoso que se preste, previo pago y un concursante joven con ganar de epatar a sus padres. Este organiza una cena con ellos para presentarle a su novio o novia según el caso.

La sorpresa que se llevarán es que se trata de uno de esos rostros del papel couché, y que se comporta de forma horrible en la velada. Si los padres no pierden los nervios y se comportan de forma educada, el hijo se lleva un dinero.

En esto de los realities con famoso, Inocente, inocente fue el primero y el mejor de todos. Aquí le dan la vuelta al tema. Si en aquel era el famoso objeto de la burla, aquí se convierte en burlador, siendo un matrimonio más o menos convencional el que se encuentre en medio del «fregao» El espectador siempre agradece que alguien con poder resulte burlado. Lo supo Chaplin hace un siglo cuando Charlot ridiculizaba a los cientos de policías que le perseguían y lo sabían los guionistas de Inocente, inocente . Los que siguen sin enterarse son los autores de este Adivina quién viene a cenar . No sólo tenemos a estos famosillos cutres (en el primer programa Paquirrín y Antonia Dell-™Atte) todos los días hasta en la sopa, sino que además cenamos con ellos. Y se quieren casar con nuestros hijos. Es imposible no atragantarse. Este es el primer fallo del programa. El segundo, y no es poco, es mostrar lo mal que lo pasan unos padres que podrían ser los de cualquiera que nosotros. El poderoso humilla al humilde.

Es algo que vemos continuamente y no nos hace falta un reality para que sigan metiéndonos el dedo en el ojo. La audiencia del primer programa no ha superado el 10,5 de rating. Mal comienzo. Seguro que si quien lo pasasen mal fuesen Paquirrín y Antonia Dell-™Atte la audiencia hubiese sido mucho mayor. Aunque sólo fuese por justicia poética.

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