Señoras que hacen televisión
El invento del maligno
TVE presentó el otro día la nueva temporada de su gineceo diario. Allí estaban Anne, Mariló y las otras. Lo más destacable de las mujeres que presentan los programas de la cadena pública es que no destacan. Ni para bien ni para mal. Son magníficos huevos sin sal que conducen los magacines sin dar la brasa. Pero todavía se puede apuntalar más la normalidad. Pilar García Muñiz, de España Directo, anunció que van a incorporar a una reportera veterana.
Parece que hay que fijarse más en lo de veterana que en lo de reportera. Se trataría de fichar a una señora mayor, no a una periodista que lleve tiempo en la profesión. Tampoco queda muy claro a tenor de lo que dice García Muñiz: «Será una mujer que ronde los cuarenta y los cincuenta, con fuerza y ganas. Deberá ser una buena comunicadora y deberá contar a España buenas historias».
La semana próxima sabremos las finalistas y la elegida debutará en septiembre. A veces una no dice lo que quiere sino lo que le sale, que no todo el mundo tiene la facilidad de palabra (sin autocue) de Bibiana Fernández. Bueno, que según García Muñiz, «la decisión de esta incorporación es que la edad ofrece veteranía». Y el agua, humedad.
Ser mayor no es necesariamente un valor para la comunicación. Una de las mejores contadores de historias de España (de las suyas, eso sí) es Belén Esteban. Y que Cándida Villar sea una joya en la radio o en la pantalla no significa que todas las señoras de su edad y circunstancias lo sean. Yo todavía no le he encontrado el punto a la que hace ganchillo en Mujeres, hombres y viceversa , que es como la señora del tocador que ve de todo en el baño de un puticlub. Y que de vez en cuando suelta una plana observación o da una reprimenda a los chulazos (y chulazas) del plató. Y eso por no hablar de las viejecitas que El programa del verano tiene en la sección Las chicas de oro (con la música de Mujeres desesperadas ) para comentar la actualidad. Las señoras son encantadoras pero carecen de interés.
La veteranía no es necesariamente una ventaja, salvo para que te den la tarjeta dorada de Renfe.