Diario de León
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El invento del maligno josé javier esparza

Antena 3 ha estrenado esta semana la segunda temporada de su serie británica Downton Abbey . No puede decirse que le acompañara la fortuna en materia de audiencia (tuvo un 11,6% de cuota, unos 2,2 millones de espectadores), pero hay productos que vuelan por encima incluso de eso. Downton Abbey es la mejor serie británica que yo he visto desde los lejanos tiempos de Retorno a Brideshead . Es también una de los mejores historias que han pasado por nuestra pantalla en los últimos veinte años.

La primera temporada le costó a Carnival Films, la productora, un millón de libras por episodio (es la serie británica más cara jamás filmada) y fue un dinero muy bien gastado, porque nos hallamos sin duda ante una obra de arte. Como en toda obra de arte, es de justicia citar al autor: Julian Fellowes, que es quien ha creado y escrito la narración, además de actuar como productor ejecutivo de la serie.

Si usted no sabe de qué va, se lo resumo: allá por 1912, el conde heredero de la formidable mansión de Dowton Abbey muere en el naufragio del Titanic y los derechos de herencia pasan a un primo lejano de la familia; el primo en cuestión —un abogado llamado Matthew— no es del agrado de parte de la familia ni de parte del servicio, y a partir de ahí se trenza el relato. Por ambientación, por interpretaciones, por el retrato de los personajes, por la densidad del relato, por la pulcritud de los diálogos, por la elegancia del guión, por su capacidad para dibujar todo un mundo en cada escena, Dowton Abbey es sencillamente una de esas series que hay que ver, y si usted no puede hacerlo los martes por la noche, que es cuando se emite, puede verla pocos días después en la web de la cadena, que generalmente funciona muy bien.

Es posible que al público habituado a los productos españoles, ostensiblemente más elementales, Dowton Abbey le abrume un poco; quizá por eso esta serie funciona en materia de audiencia peor que Gran Hotel , por poner un ejemplo de creación española digna, pero primaria.

En todo caso, es cuestión de cogerle el tranquillo. Vale la pena.

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