Diario de León
Publicado por
josé javier esparza
León

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Usted ya sabrá que se ha muerto el actor Paco Valladares, y seguramente sabrá también que la familia Campos, muy unida al finado, ha tenido cierto protagonismo en la narración del luctuoso episodio; primero, con Teresa Campos dando la noticia, y después con su hija, Terelu, explicando sus sentimientos ante esta pérdida. Lo llamativo en el caso de Terelu es que ella misma está enferma, como sin duda usted también sabrá. Y era inevitable que Telecinco, fiel a su estilo, pusiera en escena el drama. La reacción de Terelu Campos ante las cámaras de Telecinco fue realmente singular. La muerte de Paco Valladares —nos dijo— la ha entristecido enormemente. Había entre su familia y el actor una relación muy intensa.

Comprensible, pues, el dolor. Pero en la exhibición del duelo había también una exhibición de la propia enfermedad: «si me ha dolido tanto —vino a decir— es porque yo también estoy enferma». Y entonces, o sea, voy y se lo cuento a todo el mundo, para que lo sepa. A partir de ahí la declaración de Terelu fue una crónica sobre sí misma. Y ello a pesar de que la propia afectada había subrayado hace algunas semanas que no quería que la tele se inmiscuyera en su dolencia. Perdón, pero, ¿cómo se come esto? Si uno quiere guardar la debida discreción sobre un problema de salud, tiene todo el derecho del mundo a exigirlo, aunque sea un personaje famoso. Pero si uno sale a la palestra periódicamente para contar cómo se siente y cómo va lo suyo, entonces renuncia implícitamente a ese derecho. Yo, sinceramente, no creo que Terelu Campos quiera hacer negocio con su enfermedad; ni lo necesita ni encaja en el personaje. Pero sí creo que Terelu es de ese tipo de ‘celebrities’ televisivas que ya son incapaces de vivir sin su prescriptiva ración de pantalla. Ese tipo de personas que, a fuerza de exposición pública, se ven obligadas a contar a todo el mundo, todo el tiempo, todo lo que les pasa por dentro. Y es esto es quizá lo más significativo del asunto: constatar hasta qué punto la televisión devora a sus hijos. Porque ya no pueden vivir de otra manera.

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