Diario de León

Muñoz Renedo vuelve con sus cuadros a Torreblanca

Vicente Muñoz Renedo, autor de la exposición.

Vicente Muñoz Renedo, autor de la exposición.

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marcelino cuevas | león
León

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Son ya muchas las veces que hemos hablado de la obra del más veterano de los pintores leoneses, Vicente Muñoz Renedo. A pesar de su avanzada edad, este ilusionado artista se levanta temprano cada día para poder dedicar, sin molestar a nadie y sin que nadie le moleste, algunas horas a la pintura.

Muñoz Renedo, el segundo pintor leonés de estos apellidos, no puede vivir sin la pintura, y para hacerla se ha inventado una original técnica. Él no emplea pinceles, sino pequeños palos, como los que se usan en oriente para comer. Con ellos va poniendo en el lienzo pequeñas porciones de color que semejan gestuales pinceladas, logrando unos efectos espectaculares.

No es la inspiración cosa que preocupe al artista, cualquier cosa que pase por sus manos se convierte en arte. Es capaz de reproducir a gran tamaño y con tremenda personalidad las cartas de una baraja de póker, las sinuosas trayectorias de las fichas del dominó, o los platos de la cena del día anterior. Objetos cotidianos que a través del prisma del artista se convierten en mágicas representaciones. Pero el pintor se atreve también con cosas más importantes, quizá emulando a su hermano, ya desparecido, que fue uno de los grandes retratistas de las vidrieras de la Catedral, también Vicente ha pintado los vitrales del primer templo leonés, y lo ha hecho con esa gracia única de los artistas que basan su estilo en lo ingenuo, en lo no planificado, en lo visceral, en esa pintura que vive solamente gracias a las emociones.

Además, el veterano pintor se divierte poniendo sarcásticos títulos a sus obras, por ejemplo: Preparando las oposiciones, un cuadro en el que una joven agobiada por el reloj que marca el tiempo pisotea desesperada los libros de texto. O Laberinto humano con efecto dominó, Joven soñando con un Cupido digital, Hoy menú de alubias o Quizás nos veamos algún día así, lienzo en el que representa un hombre en el que se mezclan elementos del pasado y del futuro hasta convertirlo en un odioso robot.

Tampoco desdeña Muñoz Renedo hacer sus interpretaciones de cuadros famosos o reproducir las pinturas egipcias o romanas. Su pintura, que estos días puede admirarse en la sala del Nuevo Recreo Industrial, es toda una aventura gráfica llena de gracia y de interesantes contenidos.

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