Diario de León

Ignacio Encinas | tenor leonés

«La Odón Alonso se salvaría si todo León se abonase a ella por 15 euros»

El gran artista de Grajal de Campos reaparece el 3 de junio en el Auditorio junto a la Orquesta Ciudad de León-Odón Alonso, la soprano Marta Arce y un atractivo repertorio basado en las mejores zarzuelas.

El tenor de Grajal de Campos Ignacio Encinas.

El tenor de Grajal de Campos Ignacio Encinas.

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e. gancedo | león
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Más de 120 artistas entre músicos, solistas vocales, coros y bailarines se subirán el próximo 2 de junio a las 20.00 horas —entradas en ticketcyl.com, oficina comercial de Diario de León y Maci 3— al escenario del Auditorio capitalino en una gran gala dedicada a la zarzuela y organizada por la Orquesta Ciudad de León-Odón Alonso. El tenor leonés Ignacio Encinas pondrá a disposición de este concierto una voz que está sonando por toda Italia y que se encuentra en plena forma.

—Acaba de cantar ‘Il Trovatore’ en la ciudad italiana de Asti. ¿En qué momento de su trayectoria se encuentra?

—Esto es un poco como los vinos: gradualmente vas cogiendo solera. Creo que ahora estoy en una etapa más evolucionada, más madura, en la que he implantado mejor el estilo. Estoy haciendo papeles con los que antes no podía, de tipo heroico, más dramáticos y menos ligeros, menos líricos, que requieren otra fuerza.

—Tiene por delante una agenda muy apretada, especialmente en Italia...

—Sí, después de Asti iré a la zona del Lazio, a Cassino y su teatro romano, a hacer también Il Trovatore ; después a Nápoles, como jurado de un concurso internacional de canto, y más tarde con Aída a la ciudad de Latina. A continuación tendré ocho Cármenes en Puglia, y luego vuelta al norte, a Mantua, con Rigoletto , que por cierto no me gusta nada.

—¿No le gusta ‘Rigoletto’?

—No, es muy agudo, es un tono máximo para mí, me obliga a tensar mucho, al límite; no es como le pasaba a Alfredo Kraus, que lo tenía a flor de labio. Pero en fin, se hace. Bueno, y después de León me embarcaré con la Rusticana y de nuevo con Aída en las zonas de Puglia y Pescara, al Sur. En invierno tengo Brasil y cantaré el Rigoletto en la ciudad de Los Ángeles. Hasta el mes de enero no voy a parar.

—¿Qué otros objetivos profesionales se marca, en este momento de su vida?

—Pues mira, me gustaría ayudar a gente válida pero que esté un poco despistada en este mundo de la música. Dar máster classes a grupos de unos 20 alumnos y enseñarles ese plus de calidad que hay que tener a la hora de cantar, darles color a la voz. Que cuando les oigan en los pases digan los agentes: ‘Oye, este tío está maduro’. Que no digan: ‘Bueno, ha sido como siempre’. No, como siempre no. Hay que saber llegar a ese pasaje, a ese mordiente concreto que te hace diferente. Eso me encantaría. Y bueno, ahí está en León la Fundación Eutherpe, la Pelayo, hay otras en Alicante... estoy a su disposición.

—El 2 de junio canta junto a la Sinfónica de León, que como bien sabe pasa difíciles momentos, de la misma manera que les sucede a otras formaciones. ¿Qué está pasando?

—Pues que en España a la gente no se le ha dado suficiente cultura clásica y, por tanto, no se valora este trabajo. Para mí, el principal problema es que los sindicatos del espectáculo no apoyan al artista sino a grandes mayorías hermanadas por el dinero. Hoy, la mayoría de teatros de España está tomados por grupos amateurs que en realidad debían estar haciendo sus cosas en peñas culturales, pero no en auditorios oficiales, públicos. Es gente que tiene otro trabajo y que le está robando al artista profesional, que se ha formado en esto, que se ha sindicado, que paga sus tasas y su fiscalidad. El artista aficionado y el sistema que lo sustenta le está robando al profesional. Esa es la base del problema. Y así la gente se acostumbra al teatro de baratijas, hecho por gente que no está en condiciones, que no ha pasado por academias ni hecho sus exámenes. ¡Pero cómo es posible! ¿No pone el Ministerio de Cultura coto a esto? En Alemania no ocurren estas cosas. Mis amigos me llaman desde Madrid y me dicen que ya no saben qué hacer, están muy desilusionados. Habría que ponerse a la entrada de los teatros y pedir el carné a los artistas. ¿Que usted no lo tiene? Para casa.

—¿Y el caso concreto de la Orquesta Odón Alonso? ¿Qué solución tiene?

—Hay que concienciar sobre un punto: la provincia de León puede salvar su orquesta. Que todos los ayuntamientos coloquen en su tablón de anuncios una convocatoria animando a la gente que ame la cultura y quiera salvar su orquesta a que se abone por 15 euros al año, un vermú con berberechos. Con eso se salva. Y puede ir a todos esos pueblos a tocar gratuitamente. Y la gente abonada acudirá gratis al Auditorio los días de concierto. Hablamos de tener en orgullo lo nuestro, de contar con una orquesta de tronío que lleve el nombre de la región de León a Santiago, a Valladolid, a todas las ciudades y a todos los países. Y estos músicos sí que son profesionales.

—Y contando con su apoyo, naturalmente.

—Por supuesto. Siempre intento mirar por mi tierra. Por ejemplo, en la primera quincena de agosto acudiré a cantar dos o tres días a Sahagún.

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