Diario de León

MINORÍAS ABSOLUTAS

Los afortunados

Publicado por
RAFAEL SARAVIA
León

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Decía Víctor Hugo que nada hay tan estúpido como vencer; el verdadero triunfo está en convencer. Y sin duda a mí me ha convencido sentir cómo brotan esos ideales del fuero interno de la conciencia al ver este musical, Los Miserables , recientemente estrenado. La casualidad me lleva a escribir esta columna mientras preparo un viaje a París, que sin duda se asomará a rendir tributo en el Panteón al autor de Los Miserables .

Más allá de las polémicas levantadas por la profesionalidad musical de los actores, mi opinión es que la interpretación de este coloso de las letras francesas es perfecta en manos de los actores principales. Sin duda, el mejor de los papeles que ha interpretado Hugh Jackman y, sobre todo, una interpretación solemne de un clásico que más que nunca es necesario rememorar.

Introducirse en el análisis de la condición humana es saberse de antemano cronista de una catástrofe. Pero en Los Miserables consiguen despertar la pasión por la esperanza, la lucha por esas palabras casi ridiculizadas y maltrechas llamadas honor y honradez. «El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad» apunta Víctor Hugo. Y en la oportunidad de cambio, en la valentía, se encuentra nuestro futuro. En la categoría de ciudadanos en defensa de nuestros derechos, en la convicción de que nadie debería menospreciar la condición humana y vilipendiar el valor de la dignidad. Sabiendo que la lucha se hace imprescindible cuando el despotismo se intenta apoderar de la razón y los gobernantes se olvidan del pueblo.

Cito de nuevo a Víctor Hugo para testimoniar estas palabras, para rubricar una evidencia que se está incumpliendo, esa que verifica dónde está nuestra libertad: «La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho». Derecho. Ejercer y propiciar los derechos de los ciudadanos, saber que ahí radica la verdadera libertad que los políticos deben defender, y no acotar, recortar o como eufemísticamente quieran vestir el término. Me ha emocionado ver cómo todavía hay esperanza, cómo la gente palpitaba de emoción, lloraba y sentía las entrañas del bien y del mal, ver que a través de esta película ciertos espectadores reconocieron la parte miserable y su antagónica, esa que nos convierte a todos en la vida en afortunados con respecto a otros muchos sufridores.

Por todo ello, sentencio con una frase más de Víctor Hugo, una que resume esta maravilla que a veces consigue el cine, acercarse a lo profundo, a lo verdaderamente importante, desde un acto sencillo; dice el maestro: «Las inteligencias poco capaces se interesan en lo extraordinario; las inteligencias poderosas, en las cosas ordinarias». Si ustedes creen, vean Los Miserables , o mejor, léanlo. De un acto tan sencillo sacarán un grandísimo provecho en sus vidas.

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