Diario de León

Un todoterreno de la interpretación

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Una voz que podía doblar un western para Pedro Almodóvar y una gallardía que le convirtió en un Don Juan crepuscular para Gonzalo Suárez, además de unos genes que alumbraron el clan Guillén-Cuervo. Fernando Guillén, el galán de la voz cálida y la dicción perfecta, moría ayer en Madrid. Como muchos actores de su generación se tuvo que conformar con una industria cinematográfica más bien pobre y nutrir su prestigio en el teatro durante los años de la dictadura, pero emergería para la gran pantalla en los años ochenta con algunas interpretaciones deslumbrantes.

Fernado Guillén, un todoterreno de la interpretación, participó en todo tipo de producciones en las últimas dos décadas. Así, en los noventa fueron ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (1992) de Manuel Gómez Pereira; Acción mutante (1993) de Álex de la Iglesia; Tirano Banderas (1993) de José Luis García Sánchez, o El Abuelo (1998), de José Luis Garci. En la pasada década trabajó en Año mariano (2000), de Karra Elejalde; El florido pensil (2002), de Juan José Porto; El tránsfuga (2003), de Jesús Font; y en Otros días vendrán (2005), de Eduard Cortés. En su extensa carrera, además del Goya de 1992 y la Medalla de Oro a las Bellas Artes 1997, tenía el Premio Ondas, el Premio Especial de los Críticos 2008 de Radio Nacional y era Medalla de Honor 2009 del Círculo de Escritores.

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