Diario de León

FERIA DE SAN ISIDRO

Fandiño cambia la gloria por una grave cornada

Iván Fandiño cogido por su primer toro.

Iván Fandiño cogido por su primer toro.

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javier lópez | madrid
León

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Toros : de Parladé. bien presentados y de juego variado. El mejor, el cuarto.

El Cid: estocada atravesada y descabello (silencio); estocada tendida y contraria (ovación); y pinchazo y estocada (palmas en la despedida).

Iván Fandiño: pinchazo y estocada (oreja que pasea la cuadrilla en el único que mató).

Daniel Luque: gran estocada (silencio); y pinchazo hondo y dos descabellos (silencio).

Si hay un torero enfrentado con la suerte en Las Ventas es Iván Fandiño. Por h o por b, siempre se queda a las puertas de un triunfo grande, que le sigue siendo esquivo, después de acariciarlo en numerosas ocasiones.

Pero unas veces su mala espada, y otras la falta de un oponente dispuesto a la pelea, le han imposibilitado alcanzar la gloria soñada. Ayer, sin embargo, fue una cornada la que le ha privado de redondear una tarde que empezaba muy bien para él.

Un «tabaco», como se dice en la jerga, que enmudeció a la parroquia, pues en cuanto cayó al albero ya se sabía que iba herido, sobre todo después de observar que ni la adrenalina del momento ni su propia raza le permitieran quedarse en el ruedo hasta ver rodar al oponente agresor. Ese fue el pasaje de la tarde. Ocurrió en el segundo toro, primero de Fandiño, un animal al que dejaron muy crudo en varas, algo crucial para que nunca se entregara en la muleta a pesar de su movilidad, ya que siempre acudió a los envites descompuesto, con una embestida sin ahormar.

Fandiño, que lo saludó con cadenciosas y templadas verónicas, mostró su tarjeta de presentación con cuatro estatuarios sin enmendarse, de apabullante quietud. La plaza comenzaba a rugir.

Y cuando la plaza pasaba del clamor al más sepulcral de los silencio, cornada al canto por tirarse a matar tan entregado y tan de verdad que se le olvidó salir del embroque. El resto de la tarde se sucedió sin más. El Cid llevó a cabo una faena tan insistente como imposible al manso y blando primero; con el cuarto, el mejor del envío, anduvo intermitente en una faena que empezó bien, con un par de series sobre la diestra de buena factura, pero que bajó el diapasón en cuanto acortó distancias.

Luque fue el peor parado, artísticamente hablando, pues ni con el tercero, que desarrolló mucho sentido, ni con el insulso y parado sexto, pudo hacer prácticamente nada.

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