Diario de León
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Opinión | Boquerini

Tradicionalmente, uno de los aspectos más relevantes de la televisión en agosto es que los suplentes se hacen con los mandos de los programas. Con los titulares de vacaciones, la pequeña pantalla, aprovechando que también las audiencias descienden notablemente durante el mes, se convierte en un banco de pruebas de cara a la nueva temporada, para ensayar nuevas fórmulas y nuevos rostros. Y entre estos, hay uno que está pasando el examen con nota (y alta). Se trata de Cristina Pardo, que está sustituyendo a Antonio García Ferreras en el debate Al rojo vivo en los mediodías de La Sexta.

No está la situación como para mandar los debates sobre la actualidad de vacaciones, como pasaba otros años, porque este agosto, la actualidad, la política y la otra, está resultando bastante apasionante, por emplear un calificativo generoso. Y en La Sexta han echado mano de Cristina Pardo, que durante el resto del año sigue al Partido Popular en los informativos de la cadena, para que modere diariamente el debate

Pero Pardo no es una Rotenmeyer poniendo orden a unos tertulianos que son como niños chillones de un colegio, como sucede con los moderadores de los debates de la TDT, sino que es cómplice con ellos y, sobre todo, con los espectadores. Se nota que se lo pasa bien poniendo un poco de orden, siempre con humor, sin levantar la voz, y sin despreciar a nadie, por más que muchos de estos tertulianos de trinchera intenten imponer sus peculiares puntos de vista por encima del sentido común del resto de los mortales, que ya vendrá el invierno con las rebajas para desmentir opiniones que ahora parecen inamovibles, y colocar a cada uno en su sitio.

Y además sabe dar paso a los reporteros con ironía, como cuando conecta con Soto del Real, ‘residencia de verano de Luis Bárcenas’. Se trata de jugar, de ser cómplice, y de pasárselo bien, que hace demasiado calor para discusiones acaloradas. Y puestos a jugar, Cristina Pardo juega mejor que nadie, disfruta con ello. Algo fundamental porque es capaz de contagiar a los espectadores. No está siendo un verano de buenas noticias, pero la sonrisa y la complicidad de Cristina ayuda a que asimilemos mejor los disgustos de cada mañana. Habrá que seguirle la pista a esta chica en los próximos meses.

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