Diario de León

Javier Moro: «Yo no veo grandes líderes por los que apetezca ser de este país»

El ganador del Premio Planeta 2011 lamenta la ausencia de líderes capaces de despertar un sentimiento de orgullo por pertenecer a España

El ganador del Premio Planeta 2011, Javier Moro

El ganador del Premio Planeta 2011, Javier Moro

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E. Rodríguez/ Ical

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Javier Moro concibe cada proyecto literario como una aventura. Sus libros  están precedidos por años de investigación y de viajes a los escenarios de la  historia que va a narrar, así como de acercamiento a los personajes que  protagonizarán la misma. El escritor, Premio Planeta 2011 con ‘El imperio eres  tú’, interviene mañana  en el ciclo ‘Lunes literarios’ de la  Fundación Caja de Ávila con una conferencia en la que repasará las anécdotas que  salpican cada una de sus aventuras.

En esta entrevista concedida a Ical reconoce que no ha encontrado en la  España actual ningún personaje susceptible de inspirar una de sus novelas  porque, asegura, no hay líderes capaces de “encandilar” a la nación y despertar  el sentimiento de orgullo por pertenecer a la misma. Pensando en Ávila, insta, a  quien corresponda, “a retirar” la escultura con forma de cremallera que preside  una de las rotondas de la capital. “Es terrible”, lamenta, para pedir que allí  se coloque “algo acorde a la personalidad de la ciudad”.

¿Qué va a contar sobre ‘La aventura de  escribir’?

Uno tiene el concepto de que un escritor lleva una  vida sedentaria, trabaja a la luz del candil y es poco adicto a la acción. En mi  caso cada libro es como hacer una empresa: hay viajes de por medio, lo que  implica presupuestos, desplazamientos, contratar a gente como intérpretes o  personal que vaya a los archivos. También es una aventura en otro sentido: nunca  sabes realmente cómo va a acabar una novela. Nunca tienes la seguridad de que  vas a poder redondear bien esa historia hasta que la terminas y eso crea una  cierta inseguridad durante todo el proceso de escritura que lo asemeja a una  aventura. Contaré cómo he hecho varios de mis libros y mis investigaciones con  anécdotas, algunas picantes, otras, menos.

¿Cuál ha sido el final que le ha sorprendido a  usted mismo?

El final de mi historia con Sonia Gandhi fue  tremendo. Yo hice un libro que era la gloria de la familia Gandhi y luego me  encontré con manifestaciones frente a la embajada española en Nueva Delhi y  frente al consulado en Bombay donde quemaron mi efigie, como si fuese George  Bush. Fue aterrador. No entendía muy bien lo que pasaba y los motivos, luego  comprendí que eran razones políticas. También fue fuerte la reacción del nieto  de maharajá de Kapulthala al que no le gustó que contara la historia de su  abuelo con Anita Delgado; él quería que hubiera contado la historia con una  aristócrata porque era muy snob. Le molestaba que la historia de amor más  intensa que vivió su abuelo fuera con una pobretona española, de baja casta. El  escándalo que montó salió en portada en periódicos ingleses como The Guardian.  Siempre hay sorpresas cuando se escriben historias basadas en la realidad.

Después de esto, ¿ha vuelto por la  India?

No (ríe), se me han quitado las ganas. Le aseguro  que no es por miedo, es porque se me han quitado las ganas. Me ha decepcionado  mucho este tema, pero volveré. Me gusta regresar a los lugares en los que he  basado mis libros porque vas tejiendo relaciones y vas metiéndote en la historia  de ese país. Al fin y al cabo, son años de trabajo y no me gusta  desperdiciarlos.

¿Qué suele inspirarle una historia: un lugar o  un personaje?

Es el conjunto de todo. Suele ser más fuerte la  inspiración en los personajes, pero es verdad que cuenta mucho el decorado. La  monarquía portuguesa de principios del XIX que cuento en ‘El Imperio eres tú’ no  se parecía en nada a la española, era mucho más ‘divertida’, más estrafalaria,  más excéntrica; con costumbres adoptadas de las colonias portuguesas de Asia.  Todo esto constituía un universo extremadamente decadente y muy divertido de  contar. Pero lo más importante son los personajes y si vale la pena casarse con  ellos durante tres o cuatro años, que es lo que yo tardo en escribir un libro,  es porque sé que me darán la satisfacción que espero. El personaje es básico  porque es el alma de la historia.

¿Qué cualidades le han fascinado más de  personajes como Pedro I, Anita Delgado o Sonia Gandhi?

Lo que me fascina son las contradicciones, lo  ilógico de sus reacciones a veces. Me fascina todo lo incoherente porque si un  personaje es rutinario y previsible y nunca hace nada que muestra su fantasía,  llega a ser aburrido. Esas contradicciones son el reflejo de nuestra propia  humanidad, porque aquí nadie es perfecto, y los personajes menos. El conflicto  interno, el drama interno es lo que me interesa explorar.

Después de escribir sobre personajes reales,  ¿no le apetece crear su propio personaje?

Hasta ahora no me ha apetecido. A mí me gusta  recrear un mundo. Más que una literatura de introspección o de crear mi propio  personaje lo que me apetece sobre todo es invitar al lector a un viaje que me ha  ocupado dos o tres años y que él recorre en varias horas de su vida. Me gusta  embarcarme en estos viajes. Estoy dos o tres años viviendo una aventura con  estos personajes, obsesionado con ellos, conociendo los países por los que  pasan. La literatura es tan variada como la vida misma y mis libros invitan a un  viaje, por ejemplo, al fantástico Brasil del siglo XIX; a la India de principios  del siglo XX, a la India del desarrollo.

¿Qué es más complicado, escribir sobre personajes que aún viven o sobre otros ya fallecidos?

Sobre personajes vivos es más fácil escribir en el  sentido de que es más fácil encontrar documentación y, por tanto, mantenerse  fiel a ese personaje. Cuanto más te alejas de la historia, más agujeros hay que  tienes que colmar tú mismo con tu imaginación, dando coherencia al personaje. A  mí inventar en este sentido no me gusta mucho, pero a veces lo tengo que hacer.  Lo importante es contar por dentro lo que los historiadores cuentan por fuera,  de manera que el lector sienta que está viviendo esa etapa histórica porque lo  siente con el corazón, con la emoción. Apelo a la emoción de los lectores porque  el conocimiento está al alcance de cualquiera que maneje Google. Yo quiero dar  un Pedro I humano, con el que te puedas identificar, del puedas entender sus  reacciones, que a veces son difíciles de comprender, aunque todo tiene su propia  coherencia dentro de la incongruencia de sus reacciones. Es ahí donde esto se  hace interesante.

En sus libros se reflejan contactos con fuentes  muy cercanas a la historia que quiere relatar o a los personajes, qué  experiencias recuerda

Siempre intento conocer a estas personas. Es como  una táctica militar. Los localizo, los rodeo y luego ataco. Cuando buscaba  desesperadamente información sobre la fábrica de Bhopal (‘Era medianoche en  Bhopal’), al final de un recorrido por toda la India en tren y en taxi, llegué a  una fábrica de jabón donde había un ingeniero que había sido uno de los químicos  que trabajaba en la planta. Cuando me abrió la puerta me dijo que llevaba 18  años esperando mi visita. Ese hombre tenía atesorados todos los documentos de la  fábrica porque le pesaba en la conciencia y esperaba que algún día alguien  viniese a preguntarle por ello, y ése fui yo. Hay historias fantásticas que  justifican todos los sinsabores.

Historias como la de Anita Delgado y el  maharajá se antojan aptas para un atractivo guión cinematográfico, ¿le gustaría  ver alguno de sus libros en la gran pantalla?

Me encantaría, pero nadie lo hace porque dicen que  es carísimo al tratarse de una reconstrucción histórica.

¿Le ha cambiado la vida el Premio Planeta que  recibió por ‘El imperio eres tú’?

No, estoy en una edad en la que no me va a  cambiar. Yo sigo con mi proyecto, sigo con mi vida. Lo que sí me ha dado el  Planeta ha sido más empuje, me ha aportado más lectores y me ha afianzado mucho  en América Latina. He hecho muchísimos viajes allí porque tengo un público muy  receptivo. Que haya contado la historia de Brasil, les ha gustado mucho a los  demás, a los que no son brasileños.

¿Y a los brasileños no?

Sí, lo que pasa es que la élite intelectual  brasileña es muy nacionalista y a algunos les molestó que un extranjero viniera  a contar su historia, cuando en España los mejores o los más interesantes libros  de historia los han escrito los ingleses. Pero han sido pocas voces discordantes  porque el libro va ya por la séptima u octava edición.

Después de escribir sobre la India o Brasil,  ¿es cierto que su próximo libro se ubicará en España?

Sí, pero prefiero no hablar de ello porque estoy  justo en el principio y los proyectos tan importantes es mejor que vayan  cogiendo fuerza antes de poder dar detalles.

Entonces no puedo decirle que parece que  siempre quiere huir de este país, más con la que sigue cayendo…

Precisamente lo que voy a hacer es una historia  que muestra uno de los grandes momentos que hemos vivido en el pasado; no todo  ha sido tan malo como se dice. Es que este país pasa de la euforia estúpida a la  autoflagelación igual, o más estúpida todavía. Somos una sociedad fallida, somos  un horror… pues ni lo uno, ni lo otro. De hecho la historia que voy a contar  muestra todo lo contrario: un gran momento de la historia española olvidado por  todos.

¿Qué personajes de la actualidad podrían ser  los protagonistas de una de sus novelas?

Hay personajes, pero no grandes personajes. Yo no veo grandes líderes que inspiren, que llenen de orgullo el sentimiento de que  somos un país y apetezca ser de este país. No son líderes, son tecnócratas que  hacen lo que tienen que hacer, manejan los números, presupuestos, se ocupan de

la crisis económica, pero no son grandes líderes que encandilan a la gente, a  los jóvenes y nos dan una idea de hacia dónde ir, de qué nación somos, de cuáles  son nuestras relaciones históricas con Latinoamérica y por qué las tenemos tan  mal encauzadas. No me inspira ningún personaje actual de este país. Lo único que  haría sería un libro sobre familias franquistas que luego se han adaptado a la  democracia como camaleones, pero que por dentro siguen teniendo esos vicios de  la sociedad anterior. Pero ése sería un libro más pequeñito y tampoco me  interesa hacerlo ahora.

¿Qué lleva siempre en su mochila para vivir sus  aventuras?

Un bañador por si me encuentro con una playa, una  piscina o un spa, y traje y corbata por si acaso tengo que ir a una cena  importante o se me abre una puerta inesperada.

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