Diario de León
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Crítica de televisión mikel labastida

Almodóvar, que se deja caer tan poco por televisión, siente sin embargo debilidad por lo que sucede en ella como bien prueban algunas de sus películas. Títulos como Kika o Hable con ella critican de soslayo la ética de algunos espacios y el uso que le dan a la vida ajena. También en Volver lo hace a través de un programa al que titula Donde quiera que estés y en el que los invitados acuden a contar sus desgracias con la esperanza (inducida) de encontrar amparo delante de las cámaras. Cualquier parecido con El diario de Patricia no es pura coincidencia.

La presentadora recibe a Blanca Portillo, en el papel de Agustina, que quiere denunciar la desaparición de su madre. Y de paso allí le preguntan por la presunta infidelidad de su padre o por la enfermedad que padece.

«Tú has venido aquí a hablar de esa señora y de tu madre». «Tienes cáncer, Agustina, pero no debes estar nerviosa que estás entre amigos», le dice con mala baba la presentadora, a la que interpreta Yolanda Ramos. Agustina, al ver las intenciones del magacín y el talante de quien lo conduce, se levanta y se va.

El otro día a Yolanda Ramos también le dejó con la palabra en la boca José Luis Moreno, enfadado porque le había reclamado 25.000 pesetas en ese late-night con nombre, por cierto, inspirado en una peli de Almodóvar. Pero esta vez no era ficción. O no tanto como en Volver . Con Yolanda Ramos el problema es que uno no sabe cuando está actuando y cuando habla de verdad. Eso despista. Y también es un problema los ataques de franqueza que le entran, que debe controlarlos. Porque lo suyo es como cuando alguien te dice «te voy a ser completamente sincero».

Y a ti te dan ganas de pedirle que no. ¿Para qué? A Yolanda Ramos la naturalidad le puede jugar más malas pasadas e igual un día se ve presentando el programa que en otro tiempo parodió. Y sería una pena. Porque la Ramos tiene potencial para cosas bastante mejores.

Y no solo cómicas.

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