Diario de León

HISTORIA DE LAS RELIQUIAS

Don Suero guardaba... el salero de Cristo

La Feria del Libro se despide con un repaso de las insólitas reliquias que el audaz caballero leonés llevaba siempre consigo

Carlos Taranilla, autor de la adaptación al español actual del libro del Passo Honroso

Carlos Taranilla, autor de la adaptación al español actual del libro del Passo Honroso

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Ahora que la sociedad leonesa atraviesa un momento de especial sensibilidad respecto al singular y resbaladizo mundo de las reliquias, no podía haber elegido Carlos Taranilla de la Varga mejor momento ni asunto para su intervención de ayer, una de las últimas presentaciones programadas en la edición número 37 de la Feria del Libro capitalina. El profesor leonés daba a conocer su último libro, un trasvase al español actual del Passo Honroso de Suero de Quiñones —obra con la que Pero Rodríguez de Lena transmitía la popular gesta del caballero leonés rompiendo lanzas enemigas ante el puente de Hospital de Órbigo—, una rigurosa adaptación con casi 300 anotaciones que contextualizan y aclaran términos históricos y del mundo de la armería antigua. Y durante su intervención pasó a enumerar algunas de las reliquias que Don Suero solía llevar consigo allá donde fuera: una de ellas, según el manuscrito, el mismísimo salero que Cristo usó durante la última cena.

«En efecto, el objeto aparece citado en el libro del Passo, en la página 17, según testimonio del escribano y notario real de Juan II Pero Rodríguez de Lena, junto con otras reliquias que don Suero guardaba en su tienda, como una de las piedras con las que supuestamente lapidaron a San Esteban, y a la que rezaba durante las jornadas del Passo. Según relata el escribano, el noble acostumbraba a escuchar misa, cada día, antes de empezar las justas», explicó Taranilla, recordando además que en este nuevo libro indica lo extraño que resulta que esos datos no fueran recogidos en la posterior compilación que hiciera Juan de Pineda 154 años después de producirse los hechos, que datan de 1434.

«Al finalizar la gesta, estas reliquias fueron regaladas al ya desaparecido convento de Santo Domingo, al que pertenecían varios frailes que asistieron al Passo», confirmó Taranilla, y pasó a continuación a leer la descripción que hizo Ambrosio de Morales en 1570 cuando las observó, así como la que reseña Pedro Murillo Velarde, en 1752, en su Geographia histórica de Castilla la Vieja y Aragón : «En el convento de Santo Domingo está el salero que sirvió en la mesa de nuestro Redentor la noche de la Cena. Está en una caja de plata dorada, y en la guarnición está escrita esta letra bien antigua: Ave Maria Gratia Plena (...) El salero es de calcedonia (ónice o ágata), lo mismo que el Cáliz que está en Valencia ».

Un último detalle curioso dada la polémica que actualmente enfrenta a las capitales de estos dos antiguos reinos por la posesión del llamado Santo Grial.

El curioso ‘faraute’

Pero Taranilla también se refirió a la antigua estatua que en la ciudad de León señalaba el camino hacia el Passo: estaba en la actual zona del Crucero, cerca de la copia del pináculo catedralicio, «sesenta pasos después de atravesar el puente de san Marcos, justo donde se bifurcan los caminos: al oeste el Camino Francés (la estatua lo indicaba con la mano y con un letrero: ‘por ay van al Passo’); al norte el de la Montaña, y al sur, el que seguía el río». Realizada por Nicolás Francés, el maestro del retablo mayor de la Catedral, este faraute era de madera y se asentaba sobre pedestal de mármol con sus ropajes y sombrero. Ya desaparecida, el profesor Taranilla cree que bien se merece «un cartel indicando que allí estuvo, al menos ahora, cuando celebramos el 580 aniversario del Passo Honroso».

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