Diario de León

MINORÍAS ABSOLUTAS

París no se acaba nunca

Publicado por
RAFAEL SARAVIA
León

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Cuando se habla de independencia y conciencia, es raro poder poner como ejemplo a la masa uniforme que conforman los partidos políticos. En esto de la disidencia y la heterodoxia de pensamiento, la zurda siempre ha sido una postura avanzada, pero aun así es difícil atestiguar su ejemplaridad.

Sin embargo, en nuestro país vecino, parece que todavía pueden aleccionar hasta ciertos niveles. Nos enteramos que de repente, la unidad de pensamiento es fracturable si el presidente de un país no cumple con lo decidido en el programa electoral. El gobierno del país galo dimite en bloque pues entiende que su partido, su presidente, su cabeza visible, no cumple con lo que ampararon las urnas. Varios ministros, entre ellos el de educación y el de economía, presentan su renuncia a formar parte de un plan de recortes sociales.

¿Es posible esto? Ya vemos que sí. En España nos parece imposible tan sólo imaginar algo parecido, pero la realidad ajena a nuestras fronteras nos da una bofetada en la conciencia cívica y social de cómo ha de comportarse un hombre metido en política. La palabra coherencia es un bien escaso pero no imposible de hallar.

En estos días pasados, se ha celebrado el centenario del nacimiento de un francés argentinizado o un argentino afrancesado, como ustedes prefieran. Aunque la verdad es que Julio Cortázar era otro hombre ajeno a esas fronteras físicas que separan personas y reducen alianzas humanas.

Decía Cortázar: «La historia es una increíble cantidad de manotazos por todos lados, algunos agarran la manija y otros se quedan con los dedos en el aire, pero cuando sumas el todo por ahí te da la revolución francesa o el Moncada», y ahí vuelve el ejemplo, la rotundidad de miras de nuestros vecinos.

El 3 de septiembre, un día como hoy pero de 1859 nació Jean Jaurès, un político socialista francés que abogó por la defensa del ser humano independientemente de su clase social (aunque siempre representó a la clase obrera). Fundó el periódico L’Humanité y defendió el pacifismo como forma de hacer política.

Sin duda, son mil y unas las perversiones que se pueden encontrar en cualquier país, Francia incluida. Pero los ecos de voces consonantes con la libertad, la igualdad y la fraternidad siempre resuenan en su leit motiv. Ahora con la dimisión de su gobierno, antes con la magia del revolucionario intelectual que abanderó la inasible virtud del hombre libre, Cortázar. Y mientras, y durante, y ya mismo, con la conciencia nuestra, que sabemos leer los posibles cambios y aplaudir lo que puede ser guía.

Fue el gobierno francés quien nombró a Enrique Vila-Matas Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres (Oficial de la Orden de las Artes y las Letras), un dato más para estar atentos. Amigos, hay que cambiar la mirada para ver otros pájaros en esa bandada uniforme que es la vida. Algo mucho más complejo dijo Cortázar al respecto, pero la realidad, seguirá estando en la perspectiva: «la de los pajareros o la de los ojeadores». Lo dicho, París no se acaba nunca.

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