León tiene nuevos ídolos

E. gancedo | león

Que León entero —y en concreto valles como los cabreireses— son lugares que guardan infinidad de secretos y sorpresas en espera de gentes con curiosidad y juicio, es cosa harto conocida. Huellas de un pasado milenario tan sugestivas y tan necesitadas de análisis profundo como las incluidas en el libro Quintanilla de Yuso, de la prehistoria a la actualidad, que el periodista e investigador Sergio Carracedo presenta hoy a las 17.30 en las escuelas de este pueblo de la Cabrera Alta.

Una obra donde las ‘estrellas’ —entre muchos otros datos históricos y etnográficos— son un posible ídolo megalítico cercano al también presunto dolmen que ya se dio a conocer en su día en este periódico y unas cuantas cruces y petroglifos, una peculiar concentración de restos en pleno monte y casi equidistante de cuatro poblaciones.

Quintanilla de Yuso, de la prehistoria a la actualidad supone el remate de la larga investigación que Carracedo inició prácticamente en su adolescencia. A base de encuestas, compendio de documentación histórica y sucesivos trabajos de campo, el libro constituye un repaso, general y particular, no sólo por la historia de la localidad llamada en leonés Quintaniella sino por buena parte de ese mundo mágico llamado Cabrera Alta.

Partido en dos

Y por antigüedad y relevancia, Carracedo resalta ese fecundo lugar elevado en que reposan dolmen y representaciones. Del ídolo explica que ha habido expertos como el leonés Feliciano Cadierno y el catedrático cántabro César González Sainz que se inclinan por su autenticidad; eso sí, recuerda que lo han observado a través de fotografías: «Tienen pendiente una visita», avisa. El ídolo sería similar al de Tabuyo del Monte «pero más sencillo, emparentado por tanto con los gallegos, que también lo son» y, por lo que parece, la gran piedra en la que está tallado a base de grandes hendiduras se encuentra partida en dos. «Haría falta un montaje fotográfico para apreciarlo mejor», comenta Sergio Carracedo, periodista en un medio de comunicación de Vitoria, y quien ha dado parte al Gobierno autónomico de estos descubrimientos. Porque el ídolo no está solo, lo acompañan cruces de diverso tipo labradas en la roca. «Es posible que algunas sean de época histórica pero otras no responden al patrón cristiano, es decir, no son de cruz griega ni latina», y lo ejemplifica en una cuyo trazo horizontal es mucho más largo que el vertical. Sobre el dolmen, una figura de singular belleza, reflexiona Carracedo en torno a la imposibilidad de que la provincia sea «una isla» casi despojada de monumentos megalíticos entre Galicia, Asturias, Cantabria (y Zamora, que los tiene en el inmediato valle de Vidriales), donde sí existen; pero, como repitió, es necesario un análisis en profundidad y catas arqueológicas para conocerlo a fondo.

En concreto, el dolmen fue descubierto por Iván Martínez Lobo, otro componente de esta activa generación de jóvenes cabreireses empeñados en dar a conocer y poner en valor el inmenso potencial de la comarca, y Carracedo no descarta que la disposición de las piedras pueda ser «natural» pero que fuera después empleado como túmulo.

«Lo he medido, fotografiado, visitado en diferentes horas del día y estaciones del año... no he encontrado marcas de manipulación con palancas u objetos similares aunque tampoco otros dólmenes del Norte las tienen», objetó el autor. «Mi objetivo es que todos estos restos se conozcan, que puedan ser estudiados y visitados», dice, y es que el dolmen, por ejemplo, sería idóneo como meta de un itinerario histórico-natural. «El potencial de la Cabrera es tremendo pero como no somos las Médulas ni los Picos de Europa, estamos un poco olvidados», criticó.