Diario de León
Aurora Alonso.

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pacho rodríguez | León

Era Aurora Alonso el rock en la trastienda de nuestras ilusiones. En Groucho Sonido. La mujer de Gerardo Villalba. Con un «de» que no significaba en propiedad sino en respeto, igualdad. Era Groucho Sonido la tienda a la que varias generaciones peregrinamos tantos días para comprar de todo, que algunos, lo que tienen, lo que les queda de aquel rock perdido, se compró allí. Sobre todo en esa escena de los años 80 de León en la que todo era tan nuevo... ¡Habían abierto una tienda en Bernardo del Carpio y era de música! Había más, es justo decir. Pero aquello tenía una pinta moderna que ejercía de imán. Era entrar en otra dimensión. Para muchos, la de los sueños. Y era entonces lo más actual que nos pasaba a los músicos que en la ciudad y en la provincia descubríamos, como cantaría Antonio Vega, que había diferentes tipos de grosor de púa y un sonido fiel... Y ahí estaban Aurora y Gerardo, juntos, muchos días.

Aurora, fallecida este 21 de mayo a los 63 años, y Gerardo y la paciencia infinita... Para todo. Juntos, atravesando tantas veces la Pícara cuatro veces al día y coincidir por allí los que habíamos pasado por la tienda alguna hora antes. Tal vez a nada. Como cuando se quedaba en la calle a nada. Y luego en la tienda, reuniones improvisadas en torno a cualquier tema. Que los más novatos de aquella deseábamos hacer coincidir con nuestras visitas porque las protagonizaban la aristocracia del rocanrol leonés. Una tienda hospitalaria. Durante un tiempo, por eso, Groucho Sonido era un templo rocanrolero sin barra ni escenario pero con toda la enjundia de los instrumentos que nunca habíamos visto y que reposaban en silencio alrededor de la tienda. Un paisaje fascinante. Como esos paisajes que son fascinantes porque, aunque de repente nunca volverán, lo sabemos, también sabemos que siempre los veremos al cerrar los ojos con todas las fuerzas del amor. Cuando con el tiempo descubres que las edades se acercan, ves que no hay tanta distancia. Pero estar en Groucho, era estar un poco protegido, en casa. Un beso, Gerardo, Arantxa y todos.

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