Diario de León

CULTURA ■ INVESTIGACIÓN

Así se moría hace 3.000 años

El colectivo leonés Boquique recrea y fotografía los diversos usos funerarios de la Edad del Hierro con un proyecto pionero en Europa Pretenden, ante todo, «humanizar la historia»

Una de la mágenes tomada durante la recreación de enterramientos y usos funerarios llevada a cabo por la asociación leonesa Boquique. KALAX

Una de la mágenes tomada durante la recreación de enterramientos y usos funerarios llevada a cabo por la asociación leonesa Boquique. KALAX

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e. gancedo | león

Mientras el faraón Tutankamón era enterrado en su fastuosa tumba egipcia, en un pedazo del noroeste ibérico que mucho más tarde se llamaría León unos sencillos agricultores y ganaderos despedían a sus finados. Emprendían el viaje al más allá acompañados de unos pocos objetos personales y de los cantos de un sacerdote-chamán. Y si un fotógrafo se hubiera subido a una máquina del tiempo y los hubiese retratado, el resultado, quizá, podría no diferir mucho del proyecto que han emprendido los miembros de la asociación leonesa Boquique.

El objetivo de esta iniciativa es, ante todo, «humanizar el pasado», dicen, y arrojar luz sobre la realización física de los diversos usos funerarios que se llevaban a cabo en tiempos de la Edad del Bronce final, 1.200 años antes de Cristo, en el contexto de la cultura de Cogotas I. «Todos los elementos que aparecen en las fotografías proceden de la arqueología, y también hemos echado mano datos llegados de otros lugares de Europa cuando nos hemos topado con lagunas», expresó Eduardo González Gómez de Agüero, presidente de este colectivo dedicado a la recreación histórica. Esto es, que tejidos, adornos, objetos, prendas y otros objetos empleados proceden de una rigurosa labor de documentación. «Quisimos dotarle de una estética de fotografía antigua, como si un retratista-antropólogo de finales del siglo XIX hubiese viajado en el tiempo y se hubiera topado con estas gentes», añadió.

Las series de imágenes, a las que se puede acceder desde el perfil de Facebook de Boquique, fueron realizadas en las cercanías de Ambasaguas del Curueño y Valverde de la Virgen, y son obra de los fotógrafos Marcelo O. Barrientos y Kalax.

Numerosas incógnitas

Los enterramientos de Cogotas I —una cultura propia del centro peninsular en la que entran en relación elementos del arco atlántico con otros del mundo mediterráneo— no eran demasiado bien conocidos hasta que, recientemente, unos muy singulares datos han venido a aportar luz (y más incógnitas) de cara a los especialistas. «Por ejemplo, que los hombres se colocaban sobre el brazo derecho y las mujeres sobre el izquierdo, aunque no siempre, o que algunos restos parezcan maniatados, con la cabeza desprendida y con rangos de edad que no serían los esperables: por ejemplo, adolescentes —aporta González, arqueólogo de profesión—. O que no pocos de los restos hallados, de individuos de edades muy dispares, pertenezcan a la misma familia». Ritos muy complejos, por tanto, y de los que aún se ignora mucho, aunque algunos cuentan con correspondencia en pueblos conocidos: «Por ejemplo, varios tienen señales de haber sido mordidos por carroñeros. Parece que el tipo de muerte determinaba el enterramiento. Unos se sepultaban y otros se dejaban al aire libre en señal de prestigio, un gran honor. Como ocurría con los indios norteamericanos y gentes del Tíbet y África», continúa.

Aquellas personas, muy anteriores a los astures, cántabros y vacceos del solar leonés, residían en cabañas que periódicamente se abandonaban y reocupaban, un sistema de gran movilidad, como recuerda el presidente de Boquique. «Cultivaban cereales y leguminosas y apacentan ovejas, cabras y vacas. Dominaban la metalurgia del bronce, también la cestería, los tejidos y los trabajos en madera, y en sus yacimientos se han hallado adornos, espadas, puñales, lanzas, objetos de piedra... en la provincia de León tenemos algunos importantes como los de Cantoblanco (Sahagún) o El Pelambre (Villaornate)», aporta González.

Ahora, los miembros de Boquique —una asociación muy joven, con apenas un año de vida— pretenden seguir poniéndose en la piel de aquellos antiguos pueblos. De momento, su iniciativa de ‘viajar’ a la Edad del Bronce no tiene parangón. «En Europa sí se suelen recrear, por ejemplo, usos funerarios vikingos, pero de esta época no tenemos noticia que se haga en otros lugares».

«Eran otros ritmos de vida... y otros ritmos de muerte», dice.

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