Una cocina en Las Médulas, un paraje único Patrimonio de la Humanidad

"Somos un país de telareros". Lo dice con frecuencia mi compañero Emilio Gancedo cuando ve un viejo somier 'ferruñoso' haciendo de improvisado cierre de finca atado con unas cuerdas de alpaca, cuando se asombra ante los múltiples usos de la uralita en viejas construcciones de piedra o cuando se espanta de ver un hórreo cerrado con bloques en su parte baja para sacar un cubículo imposible de mil usos y que al final solo sirve para guardar trastos.

Es verdad, somos un país de telareros. ¿Se explica de otro modo esa vieja cocina económica de carbón que campa a sus anchas en medio del paraje de Las Médulas Patrimonio de la Humanidad? La cocina llama la atención pero lo hace mucho más el pensar en quién se pudo tomar la molestia de llevar allí semejante armatroste. ¿Y para qué? ¿Lo hizo para preparar una barbacoa de fin de semana? ¿Tal vez pensó en hacer fixuelos y vendérselos a los miles de visitantes que se acercan a esta gran mina aurífera romana? ... vaya usted a saber.

Lo cierto es que la cocina está ahí, como un elemento extraño, con los  rojos picachos de Las Médulas al fondo para pasmo de propios y extraños.