Diario de León

León pisa sobre una fosa común

La ciudad se construyó sobre miles de muertos Monasterios, iglesias, hospitales y conventos inhumaron durante siglos a los leoneses en sus camposantos hasta que, ya en el siglo XIX, se abrió el primer gran cementerio municipal en los Altos de Nava.

En la imagen de arriba, el sarcófago que apareció en Santo Domingo en los años veinte. Al lado, restos óseos bajo Palat del Rey.

En la imagen de arriba, el sarcófago que apareció en Santo Domingo en los años veinte. Al lado, restos óseos bajo Palat del Rey.

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cristina fanjul | león

Apareció en el 2007 durante unas catas arqueológicas en la calle Fernando Regueral. Eran los restos óseos del bebé de un legionario romano. Lo extraordinario del caso era que su familia le enterró intramuros, una práctica muy poco habitual en epoca imperial. Entonces, hubo dos necrópolis en León: una en Vegazana y otra en San Claudio. Con la llegada de la Edad Media, los leoneses comienzan a enterrar a sus muertos dentro de la ciudad: en parroquias, iglesias y los espacios reservados a las órdenes religiosas. Todavía habrían de pasar cientos de años para que las ideas de la Ilustración y la ‘moda’ de la higiene y la salubridad pusieran en marcha la construcción del que sería el primer cementerio municipal de León, en los Altos de Nava.

El descubrimiento de un cuerpo hace dos meses en Santo Domingo es el reflejo de que León está levantada sobre la gran fosa común en que se ha convertido el firme de la ciudad en los últimos dos mil años. Los arqueólogos consultados coinciden en señalar que la plaza es una de las zonas calientes de la ciudad. Sin aventurar resultado alguno, los restos hallados podrían corresponder al camposanto del antiguo convento, el mismo en el que descansaron los cuerpos de los Guzmanes, condes de Luna, hasta que el edificio se destruyó para construir en su solar el actual complejo que preside la plaza. Recuerda Alejandro Valderas que en la década de 1990 se realizaron obras de remodelación del Hotel Oliden para convertirlo en el actual Alfonso V. Entonces, salieron a la superficie los cuerpos que poblaban un cementerio. «Si los planos de Juan Carlos Ponga son correctos, este edificio se encuentra sobre parte de lo que fue la iglesia del convento de Santo Domingo, por lo que dicho cementerio sería en realidad los restos del templo en el que sin duda había tumbas y osarios», asegura el archivero. Asimismo, hay que subrayar que en esa zona también estuvo el Convento de las Agustinas Recoletas. Ocupaba parte de la fachada norte de la Plaza de Santo Domingo (al oeste del Alfonso V) además de la salida de la Plaza a la Gran Vía de San Marcos y todo el Complejo Santo Domingo. En las obras del edificio actual se descubrieron también cientos de cadáveres de un antiguo cementerio. Los expertos recuerdan que no fue hasta el siglo XIX cuando nacieron los cementerios municipales. Pero hasta entonces, la muerte tuvo millones de días para arrancar vidas a la ciudad. Poco a poco, las tripas de León fueron acogiendo los cuerpos de fieles a los que el hambre y las enfermedades daban pocas posibilidades. ¿Dónde se les inhumaba? ¿Cuáles son sus lugares de reposo? Los arqueólogos explican que todas las parroquias abrían zanjas en las que pudieran reposar los cuerpos desalmados de la feligresía. Palat del Rey, por ejemplo, de cuya fosa se extrajeron más de 700 cadáveres, San Pedro, Santa Marina la Real y Santa Marina la Antigua, San Marcelo y Santa Ana, San Martín, El Mercado, San Salvador del Nido... todas ellas trazan el mapa de los osarios de la ciudad. Pero, además, a todas estas iglesias habría que unir los conventos y monasterios, espacios sagrados en los que se enterraba a los religiosos cuando les llegaba el final de la vida. De hecho, las Clarisas siguen inhumando a sus monjas allí mismo y, hasta hace pocos años, ocurría lo mismo con el resto, como las Carbajalas, las Benedictinas, los Franciscanos o las Descalzas.

Miles de muertos

¿Cuántos muertos pueblan el inframundo de León? «Miles y están en todas partes», responden los expertos, que garantizan que aún queda mucho por salir a la superficie.

Valderas recuerda que en el año 1950 con motivo de las obras de la plaza de San Marcelo aparecieron varios sarcófago que los arqueólogos dataron como pertenecientes al siglo XV. La imagen de Pepe Gracia que ilustra este reportaje ha quedado para la historia. Años después, en 1962, las obras de reforma en la plaza de Santo Domingo volvieron a exhumar una gran cantidad de restos humanos sobre tierra tras abrirse zanjas de un metro de altura para la modificación del alcantarillado. En esa misma zona estaba el cementerio de la iglesia de San Marcelo, que se encontraba con toda probabilidad en sus costados norte y oeste. Quedan muchos por salir...

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