Diario de León

LA SEDE DE LA CALLE DEL PEZ

'La embajada' de León, casi un museo

La Casa de León en Madrid alcanza los dos tercios del mecenazgo necesario para la restauración de su nada despreciable patrimonio artístico. El actual equipo directivo espera cubrir el presupuesto de 30.000 euros antes de fin de año en un ambicioso plan que supondría culminar la recuperación integral de la sede

Salones de la Casa de León en Madrid.

Salones de la Casa de León en Madrid.

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PACHO RODRÍGUEZ | MADRID
León

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La Casa de León en Madrid puede ser La Embajada, cuando a los de León se nos suben los humos, o simplemente podría acuñarse como La Casina de la calle Pez, cuando alcanzamos la cota de lo entrañable sin caer en lo pesado. Ese equilibrismo que a veces se nos va de las manos... Y si hiciera falta contraseña, una de regalo: El Ambigú... Pero esa es otra historia (más abajo).

Sea como fuere, el centro leonés en la capital, desde la llegada como presidente de Alfredo Canal, junto a su equipo encabezado por María Jesús González Fernández como vicepresidenta, se propuso todo un lavado de cara, externo e interno, que ha dado sus frutos con la recuperación, precisamente, de las instalaciones completas de ese formidable piso que es sin lugar a dudas la sede de la Casa de León y que es propiedad de la entidad. El resto de sus objetivos consisten en que lo sentimental no sea de boquilla sino que se demuestre a través de la acción. Y hay que decirlo: hay equipo.

De esta forma, el patrimonio de la Casa de León en Madrid, su sede, puede ser un lugar de usos múltiples, y, por supuesto, debería ser, dentro de las limitaciones de tratarse de un primer piso, un recurso para garantizar la supervivencia de la propia entidad. Así, hay salones que ahora se pueden contemplar y disfrutar al estilo club, y otras estancias en las que no es difícil imaginar el disfrute del socio a partir de una lectura, una partida de cartas o una improvisada tertulia.

Fue bar y lugar de fiestas confesables de carnaval en la que participaban leoneses en los años setenta y ochenta. Gente seria que se sabía divertir de lo lindo. Fue territorio de cenas para la historia que no olvidan algunos imprescindibles como Cándido Alonso, que recuerdan que con la sola presencia de Antonio Pereira el asunto ya era de importancia. Incluso en los ochenta tuvo su particular momento movida, sobre todo debido a su particular enclave: con el mítico El Palentino a vista de balcón. O poco más adelante con ilustres vecinos Rodríguez en el cuarto piso, como el argentino Andrés Calamaro. Y fue Ambigú. O lo es. Porque es la categoría que figura en la documentación de la Casa de León, lo que pocos saben de dónde vino y, se pongan como se pongan, lo que significa. Pero la realidad, a día de hoy, es más próxima a mantener la pujanza e influencia de la Casa de León que a rememorar otros tiempos de gloria.

Toda esta labor de la directiva que ahora (después del verano) acaba mandato y, por consiguiente, tendrá que decidir si se presentará y cómo a unas nuevas elecciones, se concreta también en tareas que han supuesto auténticos quebraderos de cabeza y que para su recuperación han requerido importantes desembolsos económicos. Porque hay que recordar que antes de su llegada, la Casa de León no se cayó en sí, pero sí el techo de una de las estancias. Quién lo iba a decir, pero así nació una aventura que acabó en formato de crowdfunding.

La Casa de León ocupa desde 1957 una planta de un edificio del siglo XIX y conserva su estructura original. Desde la inauguración como sede, todos los responsables del centro leonés han batallado lo suyo para su mantenimiento, conservación y renovación dentro de lo posible. Pero el deterioro, en parte también en conjunto con el edificio, provocó situaciones como la citada caída del techo de la biblioteca. Como se trataba de una obra estructural, la comunidad se hizo cargo de su arreglo. No así de los dos óleos sobre lienzo originalmente pegados en el techo de la biblioteca, y que, junto con diez pinturas sobre sarga, deterioradas por el paso del tiempo, forman el conjunto de patrimonio que se someterá a la recuperación a través del mecenazgo.

De manera simultánea, como lo puede comprobar cualquiera que se acerque a la Casa de León en Madrid, las múltiples estancias con que cuenta ofrecen ahora mismo su mejor cara en muchos años de existencia. La biblioteca se ha reestructurado, al igual que sus fondos, otros espacios se han acondicionado así como mejorado o arreglado su propio mobiliario.

Los dos óleos que ocupaban todo el techo de la biblioteca representan dos alegorías neoclásicas de grandes dimensiones. Una, de 24 metros cuadrados. La otra, de ocho metros cuadrados.

Más que discutir el valor artístico, se justifica como patrimonio perteneciente a los socios de la Casa de León, y que surge de una tradición que se puede extrapolar a la que se ha seguido históricamente en museos y palacetes de Madrid, en cuanto a lienzos en el techo o pinturas sobre sarga.

Para la restauración de estas obras, la directiva de la Casa de León logró, además de un precio módico, como matiza la propia vicepresidenta María Jesús González, que sean restauradores de la Facultad de Bellas Artes. «Serán 30.000 euros lo que costará. Y la casa cuenta con recursos propios que aportará y que suponen un tercio del total», matiza González. Los restauradores que trabajarán en las obras cuentan con el aval de haber participado en tareas similares en el Museo Romántico o los palacetes de Grijalba.

Uno de los tapices que ha sido registrado en el patrimonio artístico de la Comunidad de Madrid

Deterioro de uno de los tapices. FOTOS RAQUEL P. VIECO

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