Un hombre clave para el periodismo cultural leonés

e. gancedo | león

«A mandar». Así solía responder Marcelino Cuevas cuando desde la sección de Cultura de este periódico se le pedía esto o aquello, aunque poco había que pedirle porque su agenda relacionada con el arte en la ciudad era de lo más exhaustivo, y sobrevolaba como nadie el calendario expositivo leonés puesto que lo que le animaba era verdadera curiosidad, verdadero afán por aprender y divulgar, verdadera pasión por el arte. ¿No podrías acercarte, Marcelino? ¿No podrías tirar una foto, no podrías...? «A mandar». Pero la labor periodística de Marcelino Cuevas ha ido mucho más allá que su última etapa como cronista y crítico de arte. Lo fue de gastronomía, también en el Diario, durante un largo lapso de tiempo, y asimismo en este periódico volcó parte de otra interesantísima faceta suya, la ‘morida de amores’ por las tradiciones leonesas: su trashumante programa radiofónico El Grajo (1972-1985), en RNE, dio a conocer sugerentes aspectos de la memoria oral y tuvo faceta sonora e impresa. Innumerables artículos que tomaron la temperatura del arte y la cocina en León, cuatro libros, media docena de exposiciones y otros tantos documentales, una voz radiofónica enormemente familiar para tantos y tantos leoneses durante décadas... Pero con todo y con eso, más que su currículum, de él recordaremos siempre esa íntima bondad que te hacía estar tan a gusto en su compañía, su sensibilidad y su extrema disposición. A mandar, Marcelino.