Diario de León

LUGARES PARA VER

Los museos escondidos

Más allá de lo convencional La provincia de León cuenta con multitud de museos al margen de los que el público en general conoce y visita. Entre sus paredes se pueden contemplar objetos de lo más variado que nos retrotraen a otras épocas

El maestro alfarero del Alfar Museo de Jiménz de Jamuz, Jaime Argüello, en proceso de elaboración de una pieza de barro.

El maestro alfarero del Alfar Museo de Jiménz de Jamuz, Jaime Argüello, en proceso de elaboración de una pieza de barro.

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PEDRO ORIVE | LEÓN
León

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Muchos pueblos de la provincia guardan en museos, más grandes o pequeños, objetos interesantes que hacen referencia a otros tiempos, usos o costumbres. A esto se añade que alguno de esos edificios en los que se albergan piezas o documentos de lo más variado son singulares bien por su arquitectura o por la historia con la que cuentan.

Las personas interesadas en conocer lo que ocurrió en el pasado o la historia de cualquier objeto se pueden encontrar con verdaderas sorpresas muy agradables hasta en las localidades más pequeñas.

En Jiménez de Jamuz el visitante puede contemplar el Alfar Museo que abrió sus puertas al público en noviembre de 1994. En una casa antigua restaurada se ubica el taller en el que se sigue trabajando tal y como se hacía hace un siglo. El visitante puede disfrutar de una visita guiada que incluye una demostración al torno en la que se contempla la elaboración de una pieza con barro.

En una vitrina se pueden ver 100 piezas tradicionales útiles para el uso diario. En lo relacionado con el agua hay jarras, botijos o cántaras. En cuanto al manejo del vino el barro ofrece cántaros, barriles, porrones o jarras. Si de lo que se trata es de piezas para usar en el fuego las elaboraciones ofrecen potes, pucheros, tarteras, chocolateras o un dispositivo para asar castañas.

El maestro alfarero es Jaime Argüello, quien hace hincapié en lo que él denomina como la joya del museo, «el único horno mozárabe de alfarería que queda en España y está en uso».

El Alfar Museo permanece abierto todo el año de miércoles a domingo y el número de visitantes ronda los 3.000-4.000 al año. Las personas que se interesan por esta actividad son principalmente nacionales, aunque también las hay extranjeras. La titularidad del mismo la ostenta el Ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz que cuenta con la ayuda del Instituto Leonés de Cultura de la Diputación de León.

En la localidad de Jiménez de Jamuz quedan cuatro alfarerías en activo frente a las 160 que había hace ocho años.

Otro de los espacios expositivos que se pueden encontrar en la provincia, con una temática y ubicación absolutamente distintas es el Museo de la fauna salvaje de la Fundación doctor Romero Nieto que se encuentra en Valdehuesa. El 29 de febrero de 2004 abría sus puertas este museo de ciencias naturales en el que el visitante puede disfrutar de 27 salas en las que se pueden contemplar animales disecados de todo el mundo diferenciados por continentes.

La vasta variedad faunística del continente africano supone que sus ejemplares ocupen siete salas. Los ejemplares de América también se ubican en siete espacios, mientras que los de Europa y Asia se exponen en cuatro espacios cada uno de los continentes. Las especies de Australia se encuentran en una sala. Igual espacio ocupan los insectos y las aves naturalizadas o disecadas.

El gerente, Gonzalo Argüello, añade que «además, los visitantes pueden disfrutar al aire libre de un parque zoológico con animales vivos durante la temporada de primavera-verano. Se pueden contemplar gamos, jabalíes, ciervos, lobos, muflones, bisontes, corzos y rebecos.

Al adquirir la entrada el museo hace entrega al visitante de un catálogo en el que se hace referencia a todos los animales que se pueden ver. Las instalaciones también cuentan con una zona ajardinada en la que se puede comer.

El Museo de la fauna salvaje tiene una media de 15.000-20.000 visitantes al año que proceden fundamentalmente de Castilla y León, Asturias y País Vasco. Las instalaciones son cada vez más conocidas, lo que facilita la llegada de gente interesada por conocer su contenido desde Europa, pero también desde América e incluso Australia.

En Val de San Lorenzo se ubican los Museos textiles que se componen del Centro de interpretación textil La Comunal y el Batán Museo. El primer edificio que se abrió al público fue el Batán en 1998 y se encuentra a la entrada del pueblo. El Centro de interpretación textil se puso en marcha en 2006 y se ubica en el centro de la localidad.

El conservador de los museos textiles es Miguel Ángel Cordero, quien explica que «en el Batán los visitantes pueden conocer el principio y final del proceso textil». Así, se puede uno familiarizar con el ablandado y lavado de los vellones, y el abatanamiento y sacado del pelo cuando el tejido llega terminado.

En La Comunal se explican las fases intermedias del proceso. En este edificio se explica cómo se deshace el vellón, se carda la lana, se elabora la mecha y se tuerce para confeccionar hilaturas mediante la trama y la urdimbre. A continuación se trabaja con las hilaturas en el telar, se procede al teñido, y se teje la manta. El producto final regresa al batán donde se procede al batanado para sacar el pelo.

En cuanto al número de personas que acuden de media al año para disfrutar de estas instalaciones se sitúan en torno a las 8.000, que proceden de España y el extranjero.

El Museo de la Arriería Maragata don Ventura Alonso tiene su sede en Santiago Millas. En setiembre de 1999 abrió sus puertas en una casa arriera cuyo uso fue como vivienda particular y colegio. Una vez restaurada se ubicó la exposición en la que se explica la vida arriera. La producción agrícola en la zona era muy pobre, lo que provocó que los hombres se trasladaran a La Coruña donde empezaron a transportar pescado en salazón desde esa localidad gallega hasta Madrid. Las mujeres se quedaron en el pueblo al cuidado de las tierras y los hijos.

Mediante textos se explica la vida de este colectivo, sus inicios, su forma de vivir, y cómo dentro de este grupo los maragatos prosperaron mediante la recaudación de tributos. Algunos acabaron siendo políticos o prestamistas.

Roberto Valderrey es el encargado de este museo sobre los primeros transportistas de España que atrae a entre 800 y 900 personas de España y algún extranjero como chinos y japoneses.

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