Diario de León

Castaño: «Me sentí mucho más cómodo con el segundo»

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Ayer fue un día feliz para Antoñete, porque se reencontró con una ciudad y una plaza -«muy guapa», puntualizó dos veces a propósito de la cubierta y la remodelación- en la que toreó desde que era novillero, en el año 1953. Pero lo fue, sobre todo, para Javier Castaño, que salió por la puerta grande en su segunda comparecencia ante su afición desde que es matador, hace apenas dos años. Cortó una a cada animal, pero le sacó más jugo al que cerró la tarde: «Me sentí mucho más cómodo con el segundo». Molés estableció un cierto paralelismo en su toreo con el de Dámaso González, por la querencia por las distancias cortas con el animal y su manera de desenvolverse en ese terreno. «Me siento muy identificado con él», confesó el de Cistierna. El toledano Eugenio de Mora volvió a León a por un triunfo como el del año pasado. Lo acarició con el primero, al que le cortó una oreja, pero se diluyó en el segundo. «Con el primero me he sentido muy bien y le he dado unos muletazos importantes. El segundo era imposible de torear. Me echaba la cara arriba». Rechazó, sin embargo, que el toro pequeño facilite la labor del torero, y recordó en ese punto el trago amargo que la afición futbolística había pasado horas antes. «Mira lo que nos han hecho los coreanos», dijo para arrancar las risas y los comentario del público. «Un toro pequeño te puede herir igual que uno grande, pero es cierto que el hecho de que los toros sean pequeños, casi novillos, no es bueno para nadie, ni para los toreros ni para a fiesta», confesó. Otro de los protagonistas de la tarde fue Vicente Yestera, al que Molés y Antoñete quisieron llevar a la mesa de tertulias, reclamando una ovación del público, por el magnífico par de banderillas que le puso al quinto. Yestera se felicitó por formar parte de la cuadrilla de Eugenio de Mora, tras dejar a Vicente Barrera: «Es un torero con proyección y el trato es bueno», citó como argumentos

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