Victoria Abril regresa al cine con «Mi marido es una ruina»

Fue un encuentro friki y se desarrolló en unos conocidos almacenes de la Gran Vía madrileña. Victoria Abril se ha prodigado este verano en nuestro país, que no en nuestra cinematografía, porque el pasado julio vino a presentar la cinta islandesa 101 Réikiavik, mientras que ayer promocionó la comedia italiana Mi marido es una ruina, que mañana viernes llega a España. «Ya se han acabado todas las películas que tenía por estrenar.Ya no vengo más», avisa la actriz, que, por una vez, no abrió la boca cuando le preguntaron si tenía intención de volver a rodar en España. «La última vez que estuve aquí y conté cosas y todo se fue a la mierda. Hay otras propuestas, pero no cuento nada», aseguró este intérprete «planetaria» a la que Europa se le ha quedado pequeña y que se muere por trabajar en la India. De momento vino para hablar de Mi marido es una ruina, comedia ligera dirigida por Marcello Cesena -cineasta y actor que conoció por su amiga Rossy de Palma- en la que Abril es la señora del actor italiano Diego Abatantuono (Mediterráneo). En su encuentro con la prensa, que se celebró en unos almacenes, concretamente entre la sección de moda de avance invierno y el 20% de rebajas en artículos, Victoria Abril no mostró su fama de difícil y borde, al contrario estuvo muy simpática y divertida. Rodeada por mujeres con pancartas en las que rezaba Mi marido es una ruina, la actriz, la única que se sentó porque sólo había una silla, asegura que su pareja «no es una ruina, pero hay muchos hombres que sí lo son. No es una película que haga campaña de mujeres contra hombres, sino que habla de unos nuevos ricos que se convierten en nuevos pobres cuando son estafados por su asesor. Antes, se llevaba la pobreza con dignidad, pero ahora o eres rico o eres un tirao», advierte. La coprotagonista de Sin noticias de Dios, que lleva veinte años viviendo en París, indica que su última historia cinematográfica -se ha estrenado dos años después de su filmación- tiene como localización Roma, «pero podría ocurrir en cualquier ciudad occidental porque retrata lo que le supone a una familia quedarse sin dinero de la noche a la mañana, vamos, que la tarjeta de crédito no te da ni la hora. Y este matrimonio y su hija se refugian en el sótano de su casa para guardar las apariencias, como los judíos en la II Guerra Mundial. Lo único bueno de todo esto es que la familia, al no tener teléfono, radio ni televisión, pues se reencuentra y entre ellos dejan de ser unos desconocidos», explica. Abril, se definió a si misma como un «alma libre».