Diario de León

«Es un honor ir a la Bienal de Venecia con Sandra Gamarra»

El comisario y exdirector del Musac Agustín Pérez Rubio y la artista Sandra Gamarra. DL

El comisario y exdirector del Musac Agustín Pérez Rubio y la artista Sandra Gamarra. DL

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El exdirector del Musac Agustín Pérez Rubio será el comisario del proyecto ‘Pinacoteca migrante’, de la artista peruana Sara Gamarra Heshiki, con el que España acudirá a la Bienal de Venecia. El montaje ocupará seis salas en las que se abordará sin tapujos la colonización española. Pérez Rubio afirma que está «muy contento de que Álvaro Fominaya esté luchando para devolver al Musac todo su esplendor».

—Eres el comisario del Pabellón Español en la Bienal de Venecia con un proyecto de Sandra Gamarra Heshiki, que fue elegido por un jurado, ¿cómo les convencisteis?

—En esta edición, el jurado para la representación española en la 60 edición de la Bienal de Venecia seleccionó a cinco artistas, a los cuales se les pedía que eligieran comisario y presentaran en el plazo de mes y medio un proyecto para el pabellón. El nuestro, Pinacoteca migrante, fue el que mas convenció al jurado. Creo que la idea de que el proyecto sea interesante para el contexto español, pero también pueda ser leído fácilmente por personas de otros contextos, es un punto a su favor. También, la investigación que hemos realizado para poder sacar las ideas para el gran proyecto, así como nuestras trayectorias y nuestra perfecta simbiosis artista-comisario trabajando conjuntamente, pues esta será la cuarta vez. Aunque, definitivamente, el proyecto es lo que ha pesado, por ser muy potente.

—Gamarra Heshiki es la primera artista no nacida en España, aunque peruana y española de nacionalidad, que representará a nuestro país, y, además, con un proyecto crítico sobre el colonialismo español.

—Sí, Sandra lleva mas de veinte años viviendo, trabajando y formando parte del tejido cultural español y es una artista muy querida por el contexto del arte, y su vida privada también se asienta en Madrid con su familia. Para mí, es un honor poder ir a pabellón español con ella y quebrar esa idea de que España es solo blanca y solamente la forman personas que nacimos aquí, puesto que ya vemos en el día a día que la realidad es otra. Como persona que migró y trabajó duró, Sandra se ha merecido estar en este momento donde está. Además, el proyecto para la Bienal es una continuidad de la labor que ella ha ido desarrollando en los diez últimos años, aunque, a diferencia de otras ocasiones, el foco no estará en mirar a América Latina desde aquí, sino lo contrario, mirar bien adentro de nuestra cultura y ver cómo se ha formado esa mirada eurocéntrica, xenófoba, racista, sexista desde el arte y la cultura de las instituciones culturales.

—¿Has estado anteriormente en la Bienal de Venecia?

—Esta no es la primera vez que voy a Venecia representando a un país. En 2017, cuando estaba terminando mi trabajo como director artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), la artista chilena Voluspa Jarpa quería presentarse al concurso para el Pabellón Chileno de la Bienal de Venecia 2019. Lo ganamos con la propuesta Miradas alteradas , así que los lazos que tengo con América Latina son y serán siempre perpetuos. Antes representé a Chile que a mi propio país.

Respecto a Venecia, también fui el comisario español de un proyecto Off-Bienal en el 2003 de artistas españoles llamado Bad Boys que fue expuesto en la Fontengo dei Tedesci, espacio que ya no existe porque lo han convertido en un gran centro comercial frente al puente de Rialto.

—¿Has visto qué presentan otros países en la Bienal de Venecia?

—Para la Bienal del 2024 creo que el Pabellón Español va a estar en muy buena sintonía con los conceptos y propuesta del curador general de la Bienal, el brasileño Adriano Pedrosa, del que somos buenos compañeros y amigos, tanto Sandra como yo, ya que de igual modo está interesado en relecturas decoloniales, espacios para comunidades afro o indígenas y repensar las narrativas de nuestras instituciones culturales. En este sentido, no es extraño que los otros pabellones presenten artistas de otros contextos o con estéticas y presupuestos que entronquen con esto mismo. Por eso, un brasileño-suizo representará a Suiza; una artista afrocanadiense a Canadá; Francia estará representado por alguien de Martinica; y Gran Bretaña, por el prestigioso cineasta Jon Akrofran.

—¿Sigues la actividad del Musac?

—Por supuesto, el Musac es parte de mi historia y le tengo mucho cariño y estoy atento a lo que hacen. En los diez años que viví fuera de España, que han coincidido casi con el mandato del anterior director, no estaba tan cerca y no estuve tan interesado, pero algunos veranos me pasaba a ver las exposiciones. Y siempre he estado en contacto con el equipo, que es fabuloso y es una de las fuerzas de la institución. Ahora que vivo en Madrid y estoy más cerca, intento ir más a menudo y estoy muy contento de que Álvaro Fominaya esté luchando por devolverle todo el esplendor que esta institución se merece. Siempre estaré dispuesto a apoyar al Musac. En marzo fui invitado a dar una conferencia sobre la artista Teresa Burga, con la que trabajé en más de una ocasión y me encantó volver a ver el museo lleno de gente los fines de semana y con propuesta muy interesantes y renovadoras. Espero que desde la Junta de Castilla y León sepan y tengan en cuenta la importancia de las propuestas que se están haciendo para el mundo cultural.

—¿Qué has hecho desde que dejaste el Musac?

— No podría sintetizar más de diez años, pero estuve viviendo en Nueva York y en Toronto, donde estuve trabajando como independiente hasta que me propusieron ser el director artístico del Malba. Luego me gané el Pabellón Chileno para la Bienal de Venecia y también el concurso para la Berlín Biennale, que comisarié junto a María Berrios, Lissete Lagnado y Renata Cerverto, tres fantásticas profesionales. Nos mudamos los cuatro a Berlín y trabajamos muy duro en esa bienal, donde nos pillo la pandemia. Allí me nombraron profesor invitado de la Universitat der Kunst, la Universidad publica alemana. Me hizo mucha ilusión dar clases a artistas de todo el mundo. Tras casi diez años fuera, he vuelto y vivo en Madrid, desde donde trabajo como comisario, profesor, investigador y crítico a nivel internacional. Ahora mismo tengo una muestra sobre el artista asiático-americano Martin Wong en Berlín, que itinera al Candem Art Center de Londres y al Stedelijk Museum en Amsterdam; otra sobre Mujeres e informalismo, en Whitechapel de Londres; y otra sobre la Colección del Museo Es Baluard, en Palma de Mallorca.

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