Diario de León

El mundo secreto de Gaudí

El palacio mágico. Aparte de la belleza arquitectónica, Botines es un edificio lleno de secretos y símbolos que el profesor leonés César García Álvarez lleva años intentando descubrir. El miércoles revelará sus investigaciones en una conferencia.

A la izquierda, la base del torreón nordeste es una copa. A la derecha, dragones de madera bajo la cúpula de uno de los torreones. JAVIER FERÁNDEZ ZARDÓN / MARCIANO

A la izquierda, la base del torreón nordeste es una copa. A la derecha, dragones de madera bajo la cúpula de uno de los torreones. JAVIER FERÁNDEZ ZARDÓN / MARCIANO

León

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Lleva años dedicado a descifrar a Gaudí. El genial arquitecto tenía un plan preconcebido para Botines , aunque ha hecho falta más de un siglo para desentrañarlo; entre otras cosas, porque el edificio —al igual que el Palacio Episcopal de Astorga y el Capricho de Comillas, los tres que Gaudí hizo fuera de Cataluña— fue secularmente desdeñado por los estudiosos de la obra del constructor del Parque Güell. El profesor de Historia del Arte de la Universidad de León César García Álvarez ha sido el primero en adentrarse en la simbología del autor de la Sagrada Familia , el templo que dejó inacabado y cuya fecha de finalización está prevista para 2026.

García Álvarez impartirá una conferencia el miércoles, a las 20.00 horas, en Botines, donde desvelará las claves de esta casa y algunas de las pasiones de Gaudí , así como las técnicas arquitectónicas únicas empleadas por el genio catalán, su relación con la religión y su paso por Astorga,

« Botines es un gigantesco dragón, al que se accede por sus fauces», sostiene el historiador leonés. El edificio se ha considerado injustamente una «obra menor» del autor de La Pedrera. Sin embargo, «toda su simbología y geometría» están ya en esta construcción temprana del genial arquitecto. Pero, como decía Einstein, «es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio». Y Botines ha tenido que luchar, primero, contra los leoneses, que no dieron ningún crédito a esta obra; y después, contra muchos historiadores y supuestos expertos que lo ‘encasillaron’ como neogótico. Desmonta García Álvarez las teorías sobre la estética neogótica de un edificio que se ha convertido en el museo más visitado de la ciudad.

Interior inédito

Resulta extraño que no existan fotografías antiguas de cómo era por dentro Botines

El profesor de Historia del Arte asegura que Gaudí también intentó superar a Rodrigo Gil de Hontañón, autor del vecino palacio de los Guzmanes . Ni siquiera alineó su edificio con la actual sede de la Diputación, sino que le dio forma trapezoidal a la planta. «Era un arquitecto joven y vanidoso que quería imponerse a esa gran mole de los Guzmanes». «Concibió Botines como el palacio del cuento de San Jorge, también como la cueva del dragón y como el dragón mismo».

‘Palacio de hielo’

El arquitecto diseña el inmueble que le encargan los comerciantes Simón Fernández Riu y Mariano Andrés como «un palacio de hielo». Se inspira en el castillo del dragón de la Leyenda Dorada. Al igual que la ciudad libia de Silca, a la que llega un joven oficial (san Jorge) la ‘guarida’ del dragón que diseña Gaudí tiene otros paralelismos con la de la leyenda.

El enclave era una zona muy lacustre y el arquitecto encuentra la solución para expulsar las aguas que amenazaban con debilitarlo. Gaudí desafió a los arquitectos locales, quienes dudaban de la estabilidad de la construcción, que no será reconocida como Monumento Nacional hasta 1969. Por la ciudad se corrió la voz, en forma de ‘cantinela’, de que el edificio de Botines «se cae, se cae, se cae». A excepción de arquitectos como Chueca Goitia —autor del edificio de Correos de León—, para quien Botines era uno de los mejores edificios del siglo XIX, para la mayoría de expertos no está a la altura de sus últimas obras, como la Casa Batlló, aunque el castillo leonés es una especie de ensayo de todo lo que construirá después.

«Creo que en Botines es posible encontrar, in statu nascendi, la fusión simbólica entre forma animal y forma arquitectónica», afirma García Álvarez. Considera que presumiblemente la idea de una «puerta-boca» la tomase prestada Gaudí de la arquitectura maya. Para este investigador, «la obra de Gaudí solo se comprende plenamente cuando se percibe el papel fundamental que el símbolo juega en ella».

Nuevos hallazgos

Botines es un edificio sorprendente que sigue deparando sorpresas; algunas pendientes de ser desveladas. La anterior directora de este museo, Noemí Martínez

Murciego, revisaba días antes de la pandemia las ventanas para averiguar los daños que ha sufrido la carpintería exterior desde que se reformó el edificio en 1994. Las de la última planta apenas permiten asomar la cabeza, así que sacó el móvil e hizo varias fotografías. Se quedó atónita. En el interior de las agujas que rematan las cuatro torres del inmueble Gaudí camufló su animal fetiche: decenas de cabezas de dragón. Son de madera y tienen la boca semiabierta. El hallazgo —enfatiza García Álvarez— viene a constatar su teoría sobre la casa del dragón.

Tiempo después, paseando con su hijo, fue el niño el que reparó en algo que siempre había estado a la vista: el torreón nordeste está rematado en la base por una copa. El profesor inspeccionó entonces con otros ojos un espacio que resulta mágico y descubrió que está concebido como una capilla del Grial . Los ventanales forman una cruz templaria, la Tau de la Orden, que era la guardiana del Santo Grial. Aunque Gaudí —que visitó la Catedral y San Isidoro— contemplase el cáliz de Doña Urraca, por entonces nadie defendía que era la copa de la Última Cena. «En apariencia, el cáliz de Botines es más parecido al ‘Grial’ de Valencia», admite García Álvarez.

Esta nueva teoría de Botines como ‘un santuario del Grial’ «la acepta ya todo el mundo gaudinista», asegura. El historiador está convencido de que Botines guarda aún más secretos y elementos que han pasado desapercibidos. Sin embargo, el hecho de que el interior fuera completamente desmantelado en los años noventa para convertirse en la sede emblemática de la desaparecida CajaEspaña, ha borrado numerosas pistas.

Interior desconocido

También resulta chocante que, pese a ser un monumento singular, no existan fotografías antiguas del interior, ni siquiera de las viviendas que alojaron a unas cuantas familias durante varias generaciones. «Es raro que nadie hiciera fotos. Algo tiene que haber», admite García Álvarez.

Gracias a la labor de divulgación del edificio que ha llevado a cabo Fundos en los últimos años, Botines ha dejado de ser una obra ‘secundaria’ de Gaudí. «Estaba menos valorado al no estar Cataluña, pero hay un solo Gaudí. Le consideraban un catalanista, pero el arquitecto tenía una visión más universalista y católica —lo que significa también universal—. Se adaptaba a cada lugar».

El propio Gaudí, habló de castillo de hielo al referirse a Botines, pero no explicó la simbología de sus edificios. La mayor parte de la documentación y planos de su obra perecieron en el incendio de su taller. «Era renuente a hacer cálculos y los cambiaba. En Botines hizo modificaciones y no están en el plano que se conserva». En algunos ventanales hizo un ‘guiño’ a las vidrieras del triforio de la Catedral de León, pero «la relación más profunda está en otra parte que aún no puedo contar y está más oculta».

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